Al principio sería un libro a parte pero no pude continuarlo así que quedó así :/
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El atardecer era hermoso en esos momentos, el punto exacto donde todo el cielo tiene tonalidades naranjas y rosas, donde la mitad del sol se muestra deslumbrante para decir “adiós”.
Los árboles se alzaban delante de las casas y edificios, incluso si aquello era una ciudad, tenía sus momentos de belleza. Desde la distancia, aquel paisaje se veía hermoso, hermoso para cualquier turista que se despedía. Pero era doloroso para aquel niño sentado en el auto y contemplando lo que dejaría de ver todos los días. Tenía que mudarse y dejar atrás la ciudad, todo lo que conocía, para vivir en un pueblito llamado Herkleston.
Según las fotos, le pareció un lindo lugar, pero era completamente nuevo para él, no tenía amigos allí y no conocía absolutamente nada. Se sentía frustrado y al mismo tiempo emocionado, quería ver qué sería, pero también no quería alejarse de su hogar, el lugar donde se crió y creció, donde hizo sus primeros amigos, a los cuales le costó mucho. Tenía miedo y disgusto de lo que podía ser su nuevo hogar.
–¡Sei-sei! ¡Mira!– su pequeña hermana parecía estar emocionada por el nuevo hogar.
Señalaba todo el tiempo la ventana y se aferraba a su pequeño peluche de dragón. Seiseki miró hacia donde señalaba, pudiendo ver también la emoción y el brillo en los ojos de Moana.
Le sonrió con una mirada cansada y resignada, intentando dar su mejor cara por ella.
–Seiseki, amor, ¿Estás bien? Estás más callado de lo normal– Seiseki nunca fue de hablar mucho, pero ahora no emitía un solo sonido. Su madre lo miró por el espejito del auto, notando su expresión algo triste. Pero él asintió, dándole una sonrisa que no la convenció del todo.
–Sei, hablamos de esto, estuviste de acuerdo, verás que será algo increíble y te encantará, tu madre y yo crecimos aquí, queremos darles un poco de esto y nuevas experiencias– esta vez fue su padre, mirando hacia atrás con una sonrisa cariñosa y bondadosa.
Las palabras del hombre hicieron sentir mejor al de vitíligo, quien sonrió un poco enternecido, había aceptado por esto, para saber cómo había sido la niñez de sus padres, qué cosas nuevas podría experimentar, qué era vivir en un pueblo como ese.
Pero ahora que se despedía de todo lo que conocía, no se sentía tan bien. Aun así, le sonrió, asintiendo e intentando cambiar su actitud con pensamientos positivos, aunque le fuera difícil.
Sintió los brazos de su hermanita rodearlo, algo que lo alivió aun más, y se permitió apoyarse apenas en el toque, acariciando la cabeza de ella.
–Tranquilo, verás que todo mejorará– la voz suave y calmada de su hermano mayor, quien había sido adoptado por muchos antes de llegar a ser su hermano, lo hizo suspirar y asentir.
Las diferencias eran claras y notorias, ya que él era rubio de ojos celestes, mientras que todos allí eran morenos, a excepción de Seiseki, quien también tenía vitíligo y heterocromía.
Pero a pesar de aquello, eran una gran familia.
El viaje siguió por largas horas, con Seiseki sintiéndose cansado y durmiéndose al costado de su hermano, con Moana en su regazo y jugando con sus manos o peluche. En algún punto, los tres cayeron en el sueño, y sus padres no dudaron en aprovechar para tomar fotos.