1-Encuentro en la Encrucijada

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Antonella apretó con fuerza el volante mientras recorría las calles de Buenos Aires, sintiendo el eco de la discusión con su pareja resonar en su mente. Las palabras ásperas y los gestos frustrados se habían entrelazado en un torbellino de emociones. No pudo evitar pensar en cómo habían llegado a ese punto, en medio del tráfico caótico de la ciudad.

Distraída por sus pensamientos, no vio venir al Audi blanco que salió de repente de una calle lateral. El sonido de las llantas chirriando la sacó de su ensimismamiento justo a tiempo para evitar una colisión, pero el corazón le latía desbocado.

El conductor del Audi, un hombre elegante con una expresión de sorpresa, rápidamente detuvo su auto y bajó para verificar si estaba bien.

—¡Dios mío, lo siento tanto!—se disculpó Antonella, con las manos temblando mientras se bajaba del auto.

El hombre la miró con preocupación, y ella notó sus ojos verdes claro fijos en ella con curiosidad y algo más. —Estás bien? —preguntó con voz tranquila.

Antonella asintió con la cabeza, todavía un poco aturdida por la cercanía del accidente. —Sí, sí, gracias. Fue culpa mía, estaba distraída...

El hombre le ofreció una sonrisa amable. —No te preocupes, nadie salió herido. Soy Santiago Caputo, por cierto.

El nombre resonó en la mente de Antonella de inmediato. Santiago Caputo, el asesor presidencial de Javier Milei, cuyas intervenciones y decisiones políticas ella seguía de cerca en Twitter. No solo era una figura pública, sino también alguien cuyas ideas y enfoques admiraba profundamente.

—Antonella—respondió finalmente, sintiéndose un poco avergonzada por su reacción inicial. —Lamento mucho el susto que te he dado.

Santiago sacudió la cabeza con una sonrisa gentil. —No te preocupes, de verdad. Estoy contento de que estés bien.

Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Antonella se diera cuenta de que debía hacer algo más.

Santiago miró a Antonella con curiosidad mientras ella intentaba recomponerse después del susto. Su corazón aún latía rápido por la cercanía del accidente y por la presencia imponente de Santiago, cuya figura pública resonaba profundamente en su vida.

—¿Estás segura de que estás bien? —preguntó Santiago de nuevo, su tono suave y preocupado.

Antonella asintió, sintiendo que las palabras se le atascaban en la garganta. —Sí, sí, estoy bien. Gracias por detenerte y disculpa otra vez por el susto.

Santiago le sonrió cálidamente. —No hay problema en absoluto. De verdad, me alegro de que todo esté bien. ¿Estás segura de que no necesitas ayuda con algo más?

Ella negó con la cabeza, intentando mantener la compostura. —No, no, estoy bien. Solo fue un susto.

Hubo otro momento de silencio incómodo antes de que Santiago decidiera romperlo. —¿Te gustaría que te acompañe a algún lado? ¿O prefieres que llame a alguien por ti?

Antonella sacudió la cabeza rápidamente. —No, no es necesario. Gracias de nuevo, Santiago.

Él asintió, todavía con esa sonrisa amable en su rostro. —Está bien. Cuídate mucho, Antonella. Y ten más cuidado en la carretera.

Ella le devolvió la sonrisa, sintiendo una mezcla de gratitud y confusión por la situación inesperada. —Lo haré, gracias. Y gracias por detenerte.

Santiago se despidió con un gesto y regresó a su Audi blanco, dejando a Antonella con el corazón latiendo rápido y preguntas que se agolpaban en su mente. Mientras observaba cómo él se alejaba, no pudo evitar sentir que este encuentro casual había cambiado algo en ella, algo que no podía definir con palabras pero que la dejó intrigada y emocionada por lo que podría deparar el futuro.



Más Allá del Caos-Santiago caputo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora