La Cena

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POV AGOSTINA

El departamento de Romina era hermoso, tampoco me sorprendía, lo había diseñado y decorado ella misma. Estaba sentada en la isla de la cocina, mirándola de espaldas a mí, era un canto a la vida, una bendición para mis ojos. Sin voltear a verme me invitó a sentarme en el sofá.

-Relajate en el sofá, ponte cómoda, serviré unas copas de vino, ¿te apetece?- ofreció.

-Claro, como digas.

Me senté a esperar, mientras continuaba observando el acuario en medio de la sala, me había fascinado. De pronto, noto a Romina caminar directo hacia mí con ambas copas en las manos, las dejó en la mesa de arrime y se sentó en mis piernas, de frente a mí. Me sonrió mirándome directamente a los ojos.

-¿Acaso es un delito?- preguntó con picardía.

-Depende como prosiga, señorita- repliqué.

Comenzó a desprender muy lentamente los botones de mi camisa, y por cada uno de ellos me miraba con orgullo y sonreía con malicia. Yo, en tanto, observaba sus manos y levantaba la vista a sus labios. Mi corazón comenzó a acelerarse poco a poco y mis manos no aguantaron mucho más no estar en su cintura. Romina se inclinó levemente para acercar su boca a mi oído y susurrar:

-Te ves hermosa ésta noche.

Su voz era suave y su cálido aliento me erizó la piel de la espalda. Tenía a la mujer sentada en mi regazo, con ambas piernas a cada uno de mis lados, y sus manos sosteniendo mi cuello. Con sus pulgares perfilaba mi mentón, hasta que finalmente dejó un beso en mi nariz, mi agarre se volvió un poco más firme y eso la hizo echar un suspiro. Sin esperar más, comenzó a besarme el cuello, lento y húmedo, arrastrando con paciencia sus labios y su lengua por mi piel. Mis manos comenzaron a colarse entre su ropa para sentir esa suavidad debajo, necesitaba tocarla.

Sus besos continuaron bajando por mi clavícula, y yo comencé a derretirme en el sillón buscando estar más cómoda para que ella siguiera. Abrió mi camisa ya desprendida y con sus manos tocó la piel de mis pechos, me sonrió y directamente devoró mi boca, atrapando mi labio inferior y tirando levemente de él mientras casi lo mordía. Yo a éste punto ya no soportaba que tuviese puesta aún la blusa que llevaba, así que me apresuré a quitársela y dejarla solo con el sostén. Mis manos se deslizaron por su pecho, bajando por su abdomen y llegando al botón de la cinturilla del pantalón, sin embargo su mano me detuvo de continuar. La miré a los ojos buscando aprobación, pero ella volvió a tomar mi rostro y besarme en la boca. Si lo quería así, entonces así sería.

Romina estaba en completo control de mí,  sus manos suaves pero firmes recorrían mi cuerpo con absoluta precisión y decisión, mi respiración se volvía cada vez más agitada, con solo un par de movimientos había elevado mi temperatura y la tensión crecía a cada instante. Estaba encima mío devorando mi cuello, y yo podía sentir como latía su corazón, estaban nuestros cuerpos tan pegados y enrredados que éramos una sola persona.

Cuando la arquitecta baja su mano para agarrar la hebilla de mi cinturón, oigo un golpe fuerte y Romina se cae...no, no se cae, se desvanece...se derrite entre mis manos. Otro golpe y me faltaba el aire.

Desperté.

Había sido un sueño. Mi colega para la guardia de la custodia estaba golpeando el vidrio empañado de mi auto, necesitaba hacer el relevo. Mi corazón iba a mil, y mi piel estaba prendida fuego, el sobresalto me había dejado agitada. Todo había sido tan vívido y real, que aún podía sentir la calidez de los labios de Romina en mi piel. Pasé una mano por mi rostro, tratando de despejar todo el deseo que aún me envolvía.

Decidí bajar un momento del auto y fumar un cigarrillo, el aire fresco me haría bien.

HORAS ANTES

Había enfrentado criminales y situaciones peligrosas sin pestañas, sin dudas y sin una gota de dudas o nervios, pero la perspectiva de ésta cena con Romina me ponía un poco ansiosa. Pasé por mi departamento a elegir una ropa más casual, más cómoda: un jean negro recto con cinturón de cuero marrón claro, una camisa blanca muy holgada a la que remangué un poco y metí dentro del pantalón, y mi chaqueta de cuero.

Sombras del pasado (Agosmina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora