La verdad de Sánchez

136 18 4
                                    

POV LUCÍA

Aquella tarde me había tocado, no solo trabajar sola, sino también cuidar la espalda de mi compañera. Llevaba horas buscando conexiones entre Montenegro, Velázquez y Romina. Más allá de estar relacionados laboralmente por proyectos en común y de que Velázquez era un acosador machista, otra cosa sustancial no había, pero sospechaba que algo oculto existía y quería descubrirlo.

Estaba tomando un sorbo de mi té con limón, cuando desde la recepción me avisan que alguien se había presentado a declarar por el crimen que estaba investigando junto a Spinelli.  Le dije que pase, y grande fue la sorpresa que me llevé al verle.
Era Camila Sánchez, una mujer ligada a los negocios, y al pasado de Agostina. Me preguntaba qué demonios tenía que ver en esto, y si la cosa tendría algún otro giro porque cada día entendía menos todo.

La invité a tomar asiento, haciendole señas con la mano. Acerqué mi puño a mi boca, estaba nerviosa y se supone que soy yo quien hace las preguntas. Apoyé ambos brazos cruzados en el escritorio, la mire a los ojos y abrí la boca:

-Camila, que tal.

-Hola, no imaginé que estarías a cargo de esto- dijo nerviosa.

-Y no estoy sola- aclaré - Agos está conmigo.

-Quizá debas irme- se excusó mientras amagó a levantarse de la silla.

-Ah, no no- me apresuré a detenerle mientras hacía seña con mi mano- si te vas, solicitaré que te presentes.

-Bien, solo diré algo Pero no creo que sea relevante -inició.

-Si es relevante o no, lo decidiré yo- expliqué - cuéntame.

Se aferró al bolso que llevaba en el hombro derecho, y comenzó a titubear sin saber bien como contar lo que tenía para decir.

-Yo trabajé con Montenegro, fui su asistente personal durante algunos años. Conocí sus actividades, las legales y las no tan legales. Deberían investigar por ahí.

-Mmh- dije con algo de indiferencia.

-No sé mucho más- se defendió.

-No dije lo contrario - argumenté - solo me resulta extraño que no lo hayas reportado de alguna manera.

-Intenté hacerlo, pero sabrás que en estamentos de poder no es tan fácil.

La verdad es que el testimonio de Camila venía a reforzar mi sospecha de que el motivo del ajuste de cuentas radicaba en algún ilícito, pero hasta ahora no tenía pruebas concretas. La conversación se vio interrumpida por mi compañera de la recepción, quien ingresó corriendo hacia a mí para decirme que Agostina estaba en peligro y se acaba de montar un escena policial en el estudio de Romina.

Desesperada buscaba noticias de Spinelli, maldición. Minutos después me avisan que estaba en el hospital con una herida de bala que había rozado su brazo izquierdo, no era grave. Lo que sí era grave, era la explicación que le daríamos a nuestro jefe.
Dejé a Camila esperando, y al cabo de no mucho rato llamé por teléfono a Agostina.

-Oye, ¿cómo está tu brazo? - pregunté

-Bien, nada grave- dijo tranquila.

-Qué bueno, porque no podrás tomarte días para descansar, tenemos un nuevo testigo que se presentó a declarar.

-¿Y quién es él?- inquirió de inmediato.

-Ella- aclaré - y es probable que no te guste nada.

En cuestión de media hora, Agostina ya estaba apersonándose en la comisaría, y su rostro al ver a la nueva declarante fue un poema. Nada de lo que viniera luego sería cómodo.

Sombras del pasado (Agosmina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora