La noche transcurría fresca y tranquila en la ciudad. Había sido un día normal, aunque atareado para la oficial Spinelli, quien ahora descansaba acurrucada sola en su cama, tapada hasta el cuello.
El teléfono sonó, rompiendo el silencio y despertando a Agostina, que con un suspiro, se levantó y contestó. La voz al otro lado la alertó y la apuró a salir del letargo de su descanso: un crimen en el corazón de la ciudad, y un hombre muerto.
La oficial frotó sus ojos, bostezó y rápidamente se cambió para dirigirse a la escena.Al llegar, la policía ya tenía el área acordonada, tratando de preservar las pruebas lo mejor posible. Agostina se acercó al oficial a cargo para oír lo que sabían hasta el momento, consultar si había testigos, o cualquier información que sea útil para el caso.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, una arquitecta de renombre luchaba contra el insomnio absorta en sus diseños. Bebía café junto al ventanal de su departamento, mirando la tranquilidad de la ciudad, cuando vio pasar un patrullero a toda velocidad, y notó que se detuvo no muy lejos de donde ella vivía, pues podía observar las luces de la sirena.
La intriga llegó a su mente, y se preguntaba que pudo haber pasado. Es más, jamás se creyó capaz de hacer lo que estaba pensando: ir a ver. Se abrigó con un tapadito de hilo, bajo del tercer piso de su departamento y se dirigió en dirección a la patrulla.La concentración de la oficial Spinelli se interrumpió al ver a unos metros de distancia que una mujer observaba la escena con curiosidad. Le parecía raro que un civil se apersone a ver a tan altas horas de la noche, por eso decidió acercarse.
Romina permanecía quieta, con sus brazos rodeandose a si misma por el frío de aquella noche. Agostina la miró con detalle, con mucho más detalle de lo que suele mirar. Llevaba una tapado de hilo fino, largo hasta los muslos, un jean que abrazaba sus piernas con firmeza, y el cabello recogido en una coleta. La oficial se aclaró la garganta y saludó.-Hola
-Hola- respondió Romina con algo de temor y curiosidad
-¿Vive por la zona?- inquirió Agostina.
-Si -respondió la arquitecta con duda- En el edificio de la otra cuadra.
-¿Conoce a la víctima?- continuó la oficial.
-De hecho no sé quien es la víctima, ni lo que pasó.
-¿Y se acerca así como si nada a una escena a éstas horas -mira su reloj- de la madrugada?
Agostina mira a Romina a los ojos, con firmeza, con autoridad, con curiosidad de saber qué hace una mujer ahí si no tiene nada que aportar. En realidad quedó cautivada por su figura, pero no era momento de admitirlo.
-No podía dormir- explicó Romina- estaba en la ventana de mi departamento y vi la patrulla pasar a toda velocidad, me dió curiosidad porque ésta es una ciudad tranquila. Sólo eso. Disculpe oficial si soy inoportuna, quizá sea mejor retirarme.
-¡Espere! -exclamo Agostina, mientras la otra mujer volteaba para dirigirse a su casa.
Romina miró a la oficial y levantó una ceja. Acababa de insinuar que su presencia molestaba y un segundo después pedirle que no se retire. Uf, policía.
-Si está despierta hace un buen rato, acaso ¿pudo oir algo? -inquirió Agostina- ¿Algún grito tal vez? ¿Autos acelerando? ¿Algo fuera de lo habitual?
-Pues no -respondió pensativa- creo que no.
Romina tomó los bordes de su camperita e intentó abrigarse un poco más, cruzó sus brazos y alzó sus hombros mientras temblaba.
-Esta bien -dijo Agostina- si recuerda algo, o tiene algún dato que crea útil, puede acercarse al departamento policial y declararlo.
-Perfecto -respondió Romina- preguntare por ¿Agostina?
-Spinelli, Agostina Spinelli. -extendió su mano.
-Romina - respondió y devolvió el saludo.
La arquitecta sabía algo.
POV Agostina
Era un caso complejo, un alto empresario acababa de ser asesinado en el corazón de la ciudad, en primera instancia por un supuesto robo. No había testigos hasta el momento. Tenía un cuerpo en la escena, algo de desorden en el departamento una mujer que s acercó al lugar a altas horas de la noche para aportar nada. Bueno, en realidad si, aportó su hermosa figura.
-Gustavo Montenegro- dijo Lucia, mi colega.
-¿Que sabemos de él, aparte de lo obvio? - inquirí
-Pues no demasiado hasta ahora, es un importante empresario en el rubro inmobiliario y de bienes raíces. Seguro ha de tener enemigos, la teoría del robo no me la creo.
-Yo tampoco -respondi
-¿Quién era la mujer con la que hablabas? - pregunto Lucía.
-Una vecina de la zona, vive en el edificio de la otra manzana. Se acercó porque dijo ver pasar a la patrulla a toda velocidad, pero no mencionó ningún detalle aparte, lo que me parece raro, ¿quién viene a ver a éstas horas?
-Alguien curioso quizá.
-No, no creo. Algo debió intuir, le dije que se acerque al departamento de la policía si recuerda algo por la mañana.
-Mmmh -hizo por lo bajo Lucía- o le hubieses dicho que la invitabas a un café.
-¿Qué? Imbécil.
-No bueno, entonces avísale a tus ojos, que le hicieron casi una radiografía de cuerpo entero- respondió y medio que se rió.
-Ah bueno, parece que me investigas más a mi que a la escena -dije indignada.
¿Acaso fui tan obvia? Me pareció hermosa, pero yo solo le estaba haciendo preguntas de rutina. Al fin y al cabo ella fue quien se acercó. Es más, estoy segura no me puso atención, tenía frío, estaba desabrigada. Esos ojos café me miraban con algo de desconfianza. Bueno, quizá si la observé muy bien. Pero aquí el punto es que no aportó nada.
POV Romina
Por la mañana supe que la víctima era nada más y nada menos que el empresario Gustavo Montenegro. Y me acerqué al lugar porque sabía que en ese edificio estaba uno de los departamentos donde él vivía, solo que no imaginé que fuese la víctima. Y si, también oí pasar un vehículo a toda velocidad, pero no mucho más. Quizá era momento de aportar lo que sabía. O quizá no, porque la oficial que me indagó por la madrugada tenía un tono tan soberbio y mandón, que tal vez debía arreglárselas sola. Al fin y al cabo es su tarea.
-Buenos días -saludé- busco a la oficial Agostina Spinelli.
-Claro, aguarde un momento que la llamo- me dijo la chica en la recepción.
La vi acercase por un pasillo y me sentí nerviosa. No sé si por su mirada, por su altura, por sus jeans negros ajustados, por la chaqueta de cuero, por sus manos finas, o por su voz sexy al decir "Hola".
-Hola - dije y aclaré mi garganta- conozco al hombre que fue asesinado anoche.
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Sombras del pasado (Agosmina)
RomanceAgostina, una policía e investigadora, y Romina, una arquitecta con trayectoria, cruzan sus vidas a través de un crimen que las involucra.