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Los susurros se escuchaban por todo los corredores de la universidad, las risas me daban la bienvenida a mi segundo año, uno al cual odiaria más que el anterior y todo por culpa de esa persona.

Sin importarme avance directamente hacia la clase que me tocaba, no podría darme igual lo que un poco de personas sin vida propia dijeran de mí. Aunque de algo si estaba seguro, este año terminaría lo que en el anterior no pude.

Ni bien adentre mi pie en el aula el silencio lo invadió como si fuera un cementerio y todas las miradas se posaron en mí. Estaba harto y la razón de mi cansancio estaba ahí, sentado rodeado de sus típicos amigos sin cerebro, riendo y haciendo bromas, rodeados de muchas personas halagando a los nuevos campeones de este año.

— Pero miren quién llegó, hablando del diablo — dijo el hippie vagabundo del cual estoy seguro que la palabra higiene no le cabe dentro de su vocabulario, este me miraba de manera burlona como si por alguna razón buscaba sacarme de mis casillas tan de mañana.

Simplemente lo ignore, no estaba para aguantar a un par de novatos inmaduros tan temprano y menos al culpable de que este año universitario no pueda ni pasar por los pasillos.

— No le prestes atención Bobby, solamente es un rey caído sin equipo. — dijo en burla el otro chico a su lado, este era gordo y de mucho hablar, pero le encantaba burlarse una vez yo estuviera ahí recordándome el hecho tan conocido por todos, que fui expulsado de mi anterior equipo.

—Tienes razón P.J, no vale nada de nuestro tiempo. —contestó de nuevo el hippie.

No era novedad que los Gammas habían perdido en la competencia, pero todo se vino cuesta abajo cuando salió a la luz el tema de las trampas en aquella competencia por parte de nosotros, lo peor es que toda esa información salió de la misma boca la cual me había prometido guardar ese hecho.

Max Goof.

Cuando la información salió a la luz el equipo Gammas había sido vetado de todas las competencias a futuro y nunca más podría participar en ellas. Lo peor es que eso solo era la punta del iceberg. Ese mismo día todos los del equipo se cargaron contra mí, culpandome por toda la situación cómo si ellos tampoco hubieran tenido la responsabilidad de nada por todas las trampas estos años y eso sólo era un adelanto de lo que me vendría más adelante.

Como arte de magia mi anterior equipo fue aceptado de brazos abiertos por el equipo de Max, siendo así el ser amado, aclamado que todos ven hoy en día, convirtiéndose así en el nuevo novato campeón y ser el perfecto Max. Después de ese día nada volvió a ser igual, desteste a mi equipo por culparme solo a mí por sus actos inmaduro, pero más aborrezco permitir lo que me hacen pasar día a día.

Desde ese hecho el nuevo equipo campeón me usa como fuente de sus burlas  en cada práctica de su equipo, debido a la apuesta perdida en la competencia. A mí me daba igual si tenía que estar ahí cada que iba al skatepark para practicar, pero no podía soportar como se aprovechaban de dicha apuesta y tratándome como a ellos les parezca.

Las clases pasaban normalmente, este día no iba a prácticar, así que no tendría que aguantar por mucho tiempo a esos cavernícolas del equipo de Max el día de hoy y eso era un alivio para mí poca paciencia que estaba apunto de explotar.

Me dirigía hacía mi dormitorio, aunque sea al menos descansar el día de hoy para soportar a esos simios parlantes mañana, pero tenía que encontrarmelo a él y su séquito de tontos.

Maldita sea mi suerte.

Decidí hacer la vista gorda pasando a lado de ellos como si nada, pero iba a cantar victoria muy rápido hasta que sentí como uno de ellos puso su pie para hacerme caer apropósito y logrando su cometido provocando mi caída de manera abrupta.

10 cosas que detesto de ti ┆MaxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora