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La pesadez y el dolor corporal me estaban matando por dentro, la sensación de ser brutalmente golpeado era horrible.

Antes pensaba que cada vez que veía esas películas de los típicos bullys de cliché podría hacerles frente a diferencia de los que se dejaban pisotear su orgullo con golpes.

Porque toda mi vida había escuchado de mi "padre" que no avergonzara el orgullo de la honorable familia Uppercrust.

Pero que equivocado estaba, eso es algo que no había entendido, como dirían, lo aprendí a las malas, costandome hasta mi estado actual y eso era que mientras más aguantes ante ellos, más van a querer joderte la vida.

Una lección de vida jodida para mi maldito orgullo del que me había aferrado todo este tiempo sin duda alguna, pero eso ya no importaba ahora, ya que solo sentía el arder y pesar de los golpes que me habían provocado unos hematomas horribles por culpa de esos malditos que aún dejaban rastro de sus acciones.

Jodido orgullo, que se joda.

Para cuando recobré consciencia me encontraba en la enfermería, la persona que yacía a mi lado era Oliver y estuvo hasta que decidí recuperarme en mi casa por prevenir cualquier incidente.

Días después me enteré por su parte que esos malditos habían recibido una paliza por otros chicos y que fueron expulsados del programa de la facultad.

Algo bueno había resultado de mi paliza, al menos.

Llevaba dos semana de recuperación y con un mejor aspecto físico no tan demacrado por los golpes regresé a la universidad de manera rutinaria, en todo ese tiempo no vi a Max, ni su sombra fue vista desde que regresé a la facultad.

La única vez que podía verlo era cuando teníamos clases conjuntas por la carrera, eso no era mucho porque pasaba con los mismos de siempre y se iba ni bien terminaba la clase.

Pero en vez de alegrarme por ya no tener que verlo tan seguido me molestaba.

¿Por qué?.

Nos detestamos mutamente, no podemos pasar ni siquiera jodidos cinco segundos juntos porque nos estamos jodiendo de la peor forma posible, pero...¿Desde cuándo dejó de ser así?.

Por mi mente pasó un recuerdo no tan vago como quisiera que trataba de olvidar a toda costa.

Ese día de la biblioteca.

Recuerdo que ni bien pude mi decisión fue huir, la sensación de las pulsaciones en mi pecho me iba a volver loco si seguía un segundo más ahí, agradecía a todos los atroz que su padre hubiera llegado para hacer mi escapada triunfal. La emoción de ser observado detalladamente cada aspecto físico de mi rostro me ponía nervioso hasta los huesos, sin negar que podía contar cada una de sus pestañas al estar tan cerca el uno del otro, sin distancia lejana alguna.

Un recuerdo fugaz, pero muy claro del cual me hacía erizar mi piel. Lo peor no era eso, sino que la tentación de romper la maldita tensión entre nosotros era lo que sentía en ese momento.

¿Locura?. Si, ese novato y su maldita adorable risa que había heredado de su padre me estaban empezando a volver loco hasta los nervios.

¿Cuándo todo se había vuelto tan confuso y enredado al mismo tiempo?. Ni idea.

Pero algo que ya no podía negar aunque quisiera porque tampoco iba a tapar el sol con un dedo y hacerme el ciego.

Me atraía ese chico, ese mismo que era mi peor némesis hace unos meses y del cual detestaba hasta morir. Sí, ese chico.

¿Pero yo le atraía?.

No era novedad que yo había tenido relaciones bastante abiertas variadas en el tema de sexualidad, pero estaba seguro que él no sabía ese hecho y que ni siquiera estuviera enterado.

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⏰ Última actualización: Jun 06 ⏰

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10 cosas que detesto de ti ┆MaxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora