Trisnina (#Stone3)

capitulo 12. Cambios

Dante

Me estiro sobre el duro colchón, desperezándome.

Echaba de menos volver al buque, llevo viviendo aquí desde los quince años. Me he pasado la vida con estos hombres, desde que Gea me encontró.

Le estoy agradecido por haberme sacado de donde lo hizo. Mi vida antes de llegar a este lugar, antes de estar junto a ella, no era precisamente la adecuada para un crio de mi edad.

Aunque meterme en un barco repleto de asesinos, ladrones y violadores tampoco lo fuese, en aquel entonces era mejor que lo que había estado sufriendo desde pequeño. Al menos aquí me daban comida de verdad.

Comer tres veces al día podía ser un maldito lujo para mucha gente.

He aprendido mucho en este lugar, he tenido que hacerlo a las malas la mayoría de las veces, pero todo me ha servido para escalar puestos y mejorar.

Sigo siendo un don nadie si me comparo con Gea o Abrik, pero... ¿aquí dentro? ¿En el barco? Aquí se respetan mis opiniones y estoy codo con codo con Bao y otros.

Los foráneos no lo ven de la misma manera por supuesto, solo ven un crio abrir la boca. A algunos de aquí, los que llevan menos tiempo, también tienen esa manía de creerse superiores a mí por su edad, creen que hablo por hablar, que no soy nadie importante, porque no me conocen, pero no es la edad lo que hace al hombre, aquí no. Se trata de experiencia, de todo lo que se ha vivido y yo he vivido mucho pese a ser tan joven.

Un alma vieja. Eso dice que tengo mi amigo Warren.

Me levanto de mi cama del pequeño camarote que llevo usando unos cinco años ya. Normalmente nos pasamos varios meses en pleno mar y solo algunas semanas en tierra, de esta forma es más difícil que nos detecten o nos encuentre el FBI o la agencia gubernamental que sea y que haya decidido ir contra Gea esta vez, por lo que todos los que somos alguien en el barco tenemos nuestro propio camarote.

En mi pequeña habitación tengo una máquina de café de capsulas, una que yo mismo me compré para no tener que ir de buena mañana al comedor y ver todas esas caras medio dormidas. No soy un hombre de mañanas, me suelo despertar de mala leche y sin ganas de hablar con nadie, al menos hasta que termino mi café.

Una vez he tomado mi pequeño desayuno voy en dirección a la sala de entrenamiento. Me pongo de nuevo mi chaqueta con capucha, la que suelo usar para después de entrenar y no enfriarme, además de mis pantalones de chándal oscuros y mis bambas de deporte. Voy hasta el exterior para tomar algo de aire y oler el agua salada que nos rodea. No me atrevo a ponerme cerca del borde, aprendí a las malas a no acercarme, pero observo el amplio y gigantesco mar frente a mí durante un par de minutos, hasta que decido que el aire frio de la mañana es demasiado para mí. Apenas está amaneciendo y las luces en el horizonte son totalmente mágicas.

Cruzo prácticamente el barco mientras comienzo a hacer lo de cada mañana estando encerrado en el buque, correr. Corro varias vueltas con la capucha sobre mi cabeza, hasta que no puedo más y decido ir finalmente hasta el gimnasio del buque. Por supuesto tenemos uno totalmente equipado para todos nosotros, debemos mantenernos en forma y estar ocupados en este lugar o creo que más de uno se volvería loco.

Una vez llego al gimnasio, una planta más abajo, veo que Warren está haciendo pesas, mientras otro de nuestros compañeros vigila que no se haga daño y controla desde arriba la situación. Es raro verlo sin traje, pero no creo que quiera rasgarse una de sus camisas mientras entrena haciendo pesas.

-Dante...- saluda entre jadeos.

Le hago un gesto con la cabeza y me pongo con las mancuernas.

Durante una hora entrenamos mientras alguna canción que no conozco suena de fondo, junto con los sonidos metálicos de las pesas y las maquinas del gimnasio. Es increíble que haya tanta gente de buena mañana entrenando, pero no hay demasiado que hacer en este lugar aparte de follar o divertirse y, normalmente, a esta hora la fiesta ha terminado. En algún momento, cuando ya me he sacado la chaqueta, además de mi camiseta de tirantes y el sudor resbala por mi piel, pongo el oído en una conversación que me resulta de lo más interesante.