Olivia
Tras algo más de una semana en el buque, sin saber a dónde nos dirigimos aun, creo que ya le he pillado el tranquillo a mis quehaceres.
Carlo no ha vuelto a molestarme y todas las tardes me hacen ir a la zona de restaurante para limpiar y servir. Me resulta algo extraño, puesto que el resto de las chicas si va rotando, pero yo soy la única que se mantiene en ese puesto, lo cual me alegra en parte, puesto que puedo sentarme a los pies de Dante y comer algo más aparte de la porquería y lo poco que nos dan. En un par de ocasiones he podido guardarme algunos trozos de pan o bollitos en los bolsillos y luego llevarlos hasta el cuartucho que comparto con las chicas, para que estas puedan comer algo más. Aunque me da miedo que acaben pillándome y me castiguen como hicieron con aquel chico la primera vez, al cual volví a ver en una ocasión y estaba repleto de moretones.
Al principio me daba algo de reparo lo de sentarme sin más en el suelo cerca de Dante pero, cuando la segunda y tercera noche me di cuenta de que realmente no iba a llamarme para que me sentase y, por tanto, me quedé sin comer de más, decidí comenzar a arrodillarme a su lado por mí misma.
Por muy desagradable y vergonzoso que me resultara.
Él siempre hacia lo mismo. Primero me daba de comer un pequeño trozo con los dedos, luego comía él otro y el resto de la cena pasaba al tenedor. El tipo de la camisa, al que escuché que llamaban Warren, de la primera noche y las otras tantas, parecía que tenía el sitio asignado siempre al lado de Dante.
Aquella noche en concreto, tras acabar el turno y que Catherine se fuese junto a Anca, yo me senté a los pies de Dante como había hecho el resto de las noches. Me resultó extraño no ver a su compañero Warren en su lugar de siempre, pero parecía que el resto no le daba importancia.
Dante tenía un plato humeante de verduras variadas y wantán frito. Me quedé mirando el wantán, deseosa de comerme uno entero yo sola. Dante elevó la comisura derecha de su boca cuando se da cuenta que mis ojos brillan y casi se me cae la baba al verlo. Y, pese a que no pensé que lo haría, agarra uno y me lo ofrece.
Abro bien la boca y muerdo la mitad con un gemido en cuanto noto el sabor en la lengua. Después de tragar muerdo la otra mitad y le agradezco a Dante la comida en voz alta, que se chupa los dedos tras darme el resto de wantán. Luego golpea, como si yo fuera un perro, mi cabeza. Odia decirle pero... esta es la mejor parte de mi día.
Después de comer un bocado de las verduras, mientras aún estoy masticando, Warren aparece. Se encuentra bastante pálido, nervioso y se sienta sin su risa habitual en la mesa. Dante eleva una ceja y le pregunta que ocurre. Warren levanta una mano indicándole que se acerque pero no le da tiempo a decir una palabra. De repente una voz que sale directamente de algún bafle, potente y fuerte, suena pidiendo silencio en la sala. Todo el mundo se gira hacia la puerta de entrada, callando. Veo entonces al hombre que suele vigilar a los chicos en el restaurante, acompañado por su fiel perro. Él tipo está realmente serio.
-Compañeros... pido un minuto de silencio, pues nuestra querida Gea... me temo que se le ha arrebatado la vida.
Se escucha más de un gritito, algún cuchicheo y palabras de horror. Por mi parte abro la boca como si esperase que Dante fuera a alimentarme una vez más, pero estoy realmente alucinada. La amante de Dante ha muerto. ¡La mujer que me mandó secuestrar, la persona que había intentado dañar a mi familia... ha muerto! se apodera de mi una oleada de felicidad que no tarda en desaparecer.
Pero... espera, entonces ¿Qué significa esto para mí? ¿Qué implica?
Técnicamente si no me han tocado de forma sugerente ni violado, a diferencia algunas de mis pobres compañeras de cuarto, es solamente porque Gea así lo había pedido. Ahora, con su muerte, ¿Esto cambia algo? trago saliva ante la posibilidad.
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Trisnina (#Stone3)
Acción(tercera parte de "Stone". Recomiendo leer previamente Moxie y I'm not a fuck boy) Kayla Stone tiene un secreto que nadie conoce. Uno que ni tan siquiera sus más cercanos saben, uno que no se atrevió a confesar siquiera a su querido hermano mellizo...