Era un miércoles lluvioso en la ciudad. Las gotas de agua golpeaban rítmicamente las ventanas mientras Luis esperaba a Maggie en la puerta de su casa.Había sido una semana ocupada, y estaba ansioso por pasar tiempo con ella para empezar a organizar el evento de poesía y música que harían en la librería.
Cuando Maggie llegó, con su cabello ligeramente húmedo por la lluvia, Luis la recibió con una sonrisa cálida.
– ¡Hola! Pasa pasa, que te estás mojando.
– Ya me empape toda... – ambos rieron y se saludaron con un cálido abrazo. – Permiso... ¿Cómo estas?
– ¿Bien y vos? Si veo... Te trajo la lluvia. – rió el sacudiendo su cabello con ternura.
Ella rió y Luis la condujo dentro de su casa.
El aroma de comida recién hecha llenaba el aire, dándole a Maggie una sensación reconfortante.
En la cocina, la familia de Luis esperaba: su madre Julia, su padre Luis, y su hermano menor Gustavo.
– Mamá, ella es Maggie. Maggie ella es Julia mi mamá. Mi papá Luis, y mi hermano Gus.
Ella saludó a cada uno amable.
– Que gusto conocerte Maggie. – dijo Julia, quien llevaba un delantal. Clara señal que era quien había estado preparando aquella comida que olía deliciosa.
– Igualmente. Muchas gracias por invitarme...
– Sentate bonita. Siéntense, pónganse cómodos... Ya está lista la comida.
El almuerzo comenzó y la conversación fluyó naturalmente. Maggie se sintió rápidamente en casa, la familia de Luis era amable, cálida y divertida.
Los dos chicos hablaron sobre sus planes para el evento en la librería, describiendo sus ideas y cómo esperaban que fuera una noche mágica de poesía y música.
– Bueno, creo que ya los cimientos los tenemos. – dijo Luis, anotando algo en su libreta al lado de su plato ya terminado.
– Me parece una idea muy buena. Estos eventos de seguro traen a la gente que está aburrida del día a día... Algo nuevo siempre viene bien. – comento el papá de Luis.
Gustavo, el hermano menor de Luis, también participó en la conversación, preguntándole a Maggie sobre su vida en el pueblo y sus planes para la librería.
– Debe haber sido muy diferente crecer en un lugar tan tranquilo. – dijo, fascinado.
La comida finalizó con risas y anécdotas, y Maggie se sintió cada vez más a gusto.
Al finalizar el almuerzo, se despidieron con abrazos y palabras cálidas. Julia, en particular, parecía haberse encariñado especialmente con la jovencita pueblerina.
A Maggie le hubiera gustado quedarse un poco más para seguir organizando el evento con Luis. Algo habían hablado. Pero ya tenía que volver a abrir el local y ya en la librería continuaría el trabajo que aún quedaba por su cuenta.
El la acompañó caminando de regreso a la librería, ambos riendo y charlando bajo un paraguas de Luis.
– Gracias por venir, Maggie. Le caiste re bien a mi familia.
– Gracias a ustedes. Me sentí muy bien... Casi como en casa.
Volteó a verlo. Aquel día nublado y bajo la sombra del paraguas su rostro se veía más pálido de lo normal, pero aún así, se veía realmente hermoso.
Cuando llegaron ella entro a la librería.
– Bueno, supongo que nos estamos viendo entonces.
– Así es. Gracias por acompañarme... Y por todo. La pasé muy lindo.
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Corazón de tiza | Luis Alberto Spinetta
RandomMaggie Klein es una jovencita de un pueblo tranquilo llamado Altamira. Ella deja atrás su hogar para abrir una tienda de libros usados en Buenos Aires, lugar que casi por obra del destino, conoce a Luis Spinetta, un joven músico bohemio de 23 años q...