III

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- ¡Martin guapo! -oyeron decir a Álvaro nada mas entrar al piso.- ¿Cómo estás cariño? -le preguntó mientras abrazaba al pequeño-.

Ambos se quedaron hablando mientras Juanjo dejaba sus llaves y la mochila de Martin, que previamente había insistido en llevar para que el pequeño no cargase con el peso, en su habitación. 

- Bien, muy bien la verdad -le respondió el vasquito con una sonrisa radiante.- Vengo a ayudar a Juanjo con no se qué examen que tiene pronto.

- Aah si si algo me comentó -dijo Álvaro, tras lo cual entró en la cocina a servirse un vaso de agua, seguido por el pequeño-.

- De hecho, me voy a coger algo de comer, que vengo con un hambre que me muero -comentó riendo el vasco, abriendo la nevera-.

- Ay pobre, claro sí, coge lo que quieras, ya sabes que estás en tu segunda casa. Me voy que tengo que seguir con el trabajo -respondió con una mueca Álvaro y, tras un corto abrazo, regresó a su lugar en el sofá.

Martin se quedó en la cocina mientras se calentaba un plato de guiso con gambas, apoyado con los codos en la encimera esperando a que su comida dejase de dar vueltas dentro del microondas. Al estar de espaldas a la puerta, no notó cuando cierto jotero entró en la cocina y se acercó lentamente por detrás al menor.

- ¿Te queda mucho? -preguntó suavemente Juanjo, mientras apoyaba sus manos a cada lado de los codos del menor, quedando su pecho completamente pegado a la espalda del otro.

Al notar el cálido aliento de su amigo detrás de su oreja, Martin no pudo evitar que se le erizase completamente el pelo de la nuca, y que un escalofrío le recorriera la espalda. Sin embargo, sabía lo mucho que disfrutaba el mayor poniéndolo nervioso, y no iba a ponérselo tan fácil. Por eso, se giró rápidamente, dejando su cara separada apenas unos centímetros de la del maño, mientras rodeó con sus brazos el cuello de su amigo.

- Ya sé que quieres que vaya a tu habitación, pero déjame primero comer algo antes ¿no? -inquirió susurrando, y juraría que las mejillas de Juanjo se volvían más rojas de lo que normalmente eran-.

- De hecho, mi oferta que te hice en el coche sigue en pie -le contestó el mayor también en un tono bajo, creando una burbuja íntima que les rodeaba-.

Martin frunció el ceño, dándole a entender que no le estaba siguiendo.

- Ya sabes -continuó Juanjo, mientras sus manos pasaban de la encimera a la cintura de Martin-, yo te puedo ofrecer algo de comer mucho mas bueno que ese plato que te has preparado.

- No me digas -le respondió el otro, acercando más su cara a su amigo, quedando sus labios prácticamente rozando-, ¿y qué sería exactamente?

⚠️ (es suave pero bueno jujuju)

Juanjo no aguantó más, le volvía completamente loco la cercanía que estaba teniendo con esos labios que tanto le gustaban, y redujo la distancia entre ellos con una intensidad enorme. Martin le respondió enseguida sin poder reprimir una sonrisa, al ver la desesperación del mayor, y sus bocas comenzaron a explorarse mutuamente, con un hambre voraz. 

Con una facilidad sorprendente, el mayor subió a su amigo a la encimera, quien abrió las piernas permitiendo que los cuerpos de ambos quedases totalmente pegados. Las manos de Martin se enredaron en el pelo del otro, tirando levemente, lo que hizo que el mayor soltase un gruñido de satisfacción, y apretase más el agarre en la cintura de Martin. 

⚠️

Sin embargo, el microondas decidió que era buen momento para interrumpir, soltando esos característicos pitidos, haciendo que ambos se sobresaltasen. Martin se rió por la mueca de fastidio que puso el jotero, mientras se bajó de la encimera y sacó por fin su ansiada comida del aparato. 

Significas demasiado | JUANTIN OT23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora