XIV

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Los fines de semana se habían convertido en los días más anhelados de Wanning y Mo Ran, ya que, esos días salían juntos a pasear o a conocer algún lugar nuevo.

Mo Ran había salido en la mañana para comprar un par de cosas que les hacía falta para el día de campo que tendrían en esa ocasión. Este plan fue ideado por Mo Ran gracias a un anuncio que encontró mientras navegaba por Instagram.

El lugar se ubicaba en Chongqing y era un jardín botánico conocido como Nanshan. El lugar era hermoso y albergaba miles de especies de plantas. Además, Wanning era fan de la naturaleza por lo que no dudó ni un segundo en informarle sobre su descubrimiento; ambos se pusieron de acuerdo y quedaron en ir el fin de semana que venía.

La distancia desde su hogar hasta Chongqing era de aproximado ocho horas y media, sumado a eso estaba la distancia desde Chongqing hasta el jardín botánico de Nanshan que era de poco más de media hora. A pesar de la distancia que tenían que recorrer se negaba a dejar a su Shizun sin conocer este lugar, ya que hace un tiempo no pudo cumplir su promesa de estar juntos en un lugar con la tranquilidad de la naturaleza. Había prometido esto, ya que, de nuevo; había cometido un error, pero en esa ocasión las cosas pudieron solucionarse relativamente bien y más rápido que en la actualidad. Aún mantenía malos recuerdos y siempre se regañaba a si mismo por sus acciones.

Aquella promesa tal vez ya solo lo recordaba él, pero de igual manera no había cumplido.

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Las tardes nevadas deberían estar prohibidas o eso creía Wanning mientras iba a casa de Xue Zhengyong cubierto, como si fuera a escalar el Everest, con una chaqueta y un calentador que lo hacían ver el doble de lo que era, eso sin contar las dos poleras que llevaba dentro, la bufanda y las orejeras de invierno. El frío lo estaba matando a pesar de las capas de ropa y aún le faltaban un par de cuadras para llegar a su destino. 

Con suerte llegaría justo a tiempo para despedir a Xue Zhengyong y la señora Wang antes de que ellos se marcharan a su viaje.

El caminar siempre le daba tiempo de pensar e inconscientemente habían ocasiones en donde se iba pasando del lugar a donde iba o de plano ignoraba a quien lo buscaba. Este día no fue distinto, ya que cuando se dio cuenta ya estaba en el parque que quedaba una cuadra después de la casa de Xue Zhengyong por lo que tuvo que regresar dando pisotones resignado consigo mismo.

Al llegar timbró y lo primero que lo recibió fue, a sus ojos, un pequeño niño que casi tenía parecido con un cachorro de ojos morados brillantes. 

Wanning no veía a sus queridos aprendices desde que entró a la universidad por lo que ambos habían crecido. Xue Meng ya llegaba a su mandíbula y Mo Ran estaba por llegar a su nariz, por suerte aún no lo alcanzaban. Normalmente las personas más altas que él, que no eran muy comunes, solían intimidarlo. No creía capaz de eso a los dos pequeños, pero aún así la sensación se encontraba ahí.

—Tío, Shizun ya llegó— dijo Mo Ran levantando la voz.

Cosa que sorprendió a Wanning, dado que normalmente él se abalanzaba sobre él y no lo soltaba durante un buen rato. Aunque ya creció, a lo mejor era eso, pero aún así ni siquiera lo había saludado.

—Mo Ran, no seas grosero y mínimo, porque abriste la puerta, saluda— se quejó Xue Meng llegando hasta la entrada— Shizun, bienvenido. Por favor, pasa— hizo un gesto con la mano y empujó a Mo Ran, quien estaba mirando la pantalla del teléfono con desinterés, para que se aparte.

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