Capitulo 1:

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°•Hailey becker•° •°•════ஓ๑๑ஓ════•°•❀

Dolor era lo único que podía sentir por la pérdida de mi madre. Llorar es lo único que hago; no quiero comer ni dormir. Solo la quiero a ella de vuelta. ¿Por qué ella? Era tan joven y hermosa. Era una mujer llena de vida.

Mi madre también era muy hermosa. Todos dicen que me parecía mucho a ella por mis ojos de color verdes, cabello negro y piel blanca como la nieve. La verdad es que sí tengo un gran parecido con ella. Pero eso ya no importa, no cuando ella ya no está aquí conmigo. No me di cuenta de cuándo se enfermó tan rápido, y no puedo lidiar con todo lo que está pasando.

—Hoy estamos aquí para despedirnos de nuestra querida Elizabeth.

El sacerdote me saca de mis pensamientos cuando da inicio al entierro de mi madre.

—Elizabeth era una gran mujer y, sobre todo, una esposa y madre maravillosa. Hoy no está con nosotros, pero nos dejó maravillosos recuerdos, y lo más importante es que siempre la tendremos en nuestros corazones. Guardemos un minuto de silencio para Elizabeth.

Me levanto en silencio con los ojos hinchados y me dirijo hacia donde está el sacerdote para decir unas palabras para mi difunta madre. Cuando estoy a punto de hablar, me quedo en silencio, viendo a todos los que están a mi alrededor.

—Mi madre era una persona fuerte. Hoy ya no está con nosotros, y no saben el dolor que siento. Era mi mejor amiga, mi confidente, y su ausencia me duele. A un no creo que no esté, y creo que nunca voy a poder superarlo.

Tomo una bocanada de aire y trato de no derrumbarme allí mismo mientras me despido de mi mamá o de lo que queda de ella. Pero la verdad es que nunca voy a aceptar que se haya ido de mi lado. Pongo la rosa roja que tanto le gustaba y todos hacen lo mismo.

Mi padre me da un fuerte abrazo, y nos quedamos así por un minuto, reconfortandonos mutuamente.

Cuando todo termina, las personas se despiden y nos dan el pésame. La verdad es que hay más gente de la que podría imaginar, pero ninguna de estas personas la conocía. Ni siquiera sabían que ella estaba enferma de cáncer. Incluso sus mejores amigas, que decían conocerla bien, no estaban al tanto. Sé que mi madre era muy reservada con su vida, pero no decirme nada a mí, su hija, es algo muy duro.

Mi padre, por otro lado, sí lo sabía y tampoco me dijo nada. Él estuvo con ella cada día, y ni siquiera me lo comunicaron. Ahora entiendo por qué tantos viajes y momentos juntos. Era por algo más.

Volvemos a casa en silencio. Al bajarnos de la camioneta y entrar en la casa, mi padre me da un último abrazo. Y le pregunto:

—'Padre, ¿qué harás ahora? ¿Qué vas a hacer?'

Él no me responde de inmediato después de un momento, dice:

—Me pasaré a la parte del segundo piso de la casa. Ya no quiero dormir en el tercer piso ni en el cuarto que compartía con tu mamá. Saber que ya no estará a mi lado me destrozaría demasiado. Por favor, acomoda sus cosas, cierra todo con llave y guarda las llaves en tu habitación. Si algún día quiero entrar, te las pediré. Quiero que lo hagas tú, porque sé lo que ella significaba para ti, así como lo era para mí. Sé que es duro, pero este dolor pasará.

Lo miro en silencio, con lágrimas en los ojos, por lo que acaba de decir.

—Papá, no digas eso. ¿Qué harás después de esto?', le pregunto.

—La verdad es que me ocuparé de la empresa. No quiero perder más tiempo. Alguien tiene que hacerlo. Estaré en mi oficina y preferiría estar solo. Sé que es duro, hija, pero pasará. Tienes que ser fuerte.

Oscuro Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora