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Yoongi no estaba seguro de cuándo había empezado exactamente, cuando se había enamorado de su mejor amigo. No podía recordar que no lo amara. Incluso cuando eran niños, había sufrido un severo caso de amor-de- cachorro-faldero: Jungkook era el primer amigo real que había hecho por su cuenta, el único que no estaba impresionado por la familia de Yoongi y le gustaba por sí mismo.

Jungkook era todo lo que él no era: audaz e insistente, imprudente y decidido. Pero a medida que pasaron los años y crecieron, el amor-de-cachorro-faldero de Yoongi se convirtió en algo más. Algo que no estaba destinado a ser. Sus primeros años de adolescencia habían sido confusos como el infierno, porque no podía entender que era lo que deseaba de Jungkook cada vez que lo tocaba. 

Por entonces todavía pensaba que su amor por Jungkook era fraternal, pero volverse estúpido cada vez que Jungkook pasaba un brazo alrededor de sus hombros y lo acercaba, no era algo que un hermano sentiría.  Un hermano no se masturbaría pensando en la boca y las manos de Jungkook en él. Un hermano no se sentiría enfermo de amor cuando Jungkook le sonreía. 

Había sido embarazoso. Había sido mortificante. Había sido horrible, porque sabía que Jungkook no se sentía de la misma forma. El afecto de Jungkook por él era simple, amistoso y fraternal. Incluso a los trece, Jungkook ya tenía novia. Jungkook era recto como una flecha. Si Jungkook descubriera lo que Yoongi deseaba, probablemente se sentiría raro e incómodo.

A los trece, Yoongi todavía esperaba que esos sentimientos e impulsos inapropiados se le pasaran en unos meses. A los veintidós, ya no le quedaban más esperanzas.

Había creído que lo estaba llevando lo suficientemente bien. Sin embargo, al ver a Jungkook con Hannah, verlo cómo la miraba, martilló el último clavo en el ataúd de sus estúpidas e irracionales esperanzas. Jungkook la amaba. Incluso si Jungkook no se enamoraba de ella, nunca querría a Yoongi de esa forma. Jungkook nunca le correspondería su amor. Por muy arraigado que estuviera este amor, era unilateral y siempre lo sería. Necesitaba aceptarlo y tratar de superarlo. No todo amor era correspondido; Esa era la cruel realidad.

El teléfono zumbó en su bolsillo, haciéndolo estremecerse. Yoongi lo sacó. Tenía un mensaje nuevo de Jungkook.

"Lo lamento por Hannah. Quería pasar el rato solo contigo. Ha pasado mucho tiempo."

Lo había pasado. Desde que se graduaron y consiguieron empleos de jornada completa, desde que Hannah entró en la vida de Jungkook, el tiempo que pasaban juntos había ido disminuyendo rápidamente. Eso lo asustó. ¿Se estaban distanciando?

Parte de él le dijo que era algo bueno. Si dejaran de vivir en los bolsillos del otro, sería más fácil para él seguir adelante. Excepto... excepto que no quería seguir adelante. No sabía qué clase de persona sería sin Jungkook. Estaba jodido, pero era la verdad. Este amor, por desesperante y doloroso que fuera, había sido parte suya por demasiado tiempo. Era parte de lo que lo hacía ser Min Yoongi. Yoonie no sabía quién sería sin él.

"Veámonos mañana", le contestó el mensaje.

Recibió una respuesta casi instantáneamente, lo que le hizo sonreír. Sí, era así de patético.

"Estaré en la casa. El clima sigue siendo bueno. Trae tu traje de baño. Podemos pasar el rato en la piscina."

La casa a la que Jungkook se refería era su casa familiar, o mejor dicho, la casa de su hermano mayor. Jungkook se había mudado de allí hace unos años y había conseguido un sitio propio, pero como el trabajo de Jungkook quedaba cerca de la casa de Chan, vivía la mitad del tiempo en lo de Chan por conveniencia.

A Yoongi no le importaba pasar el rato allí, había estado allí cientos de veces a lo largo de los años y le gustaba Chan.

"O puedes usar el mío." Jungkook envió antes de que pudiera responderle.

Confuso |KOOKGI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora