☣ Epílogo

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Meses después

Kim seokjinse sentó junto a la piscina, mirando la casa brillantemente iluminada. Podía escuchar las risas y la música, incluso desde aquí. Era el vigésimo tercer cumpleaños de Yoongi y, ya que Yoongi estaba prácticamente viviendo con los Jeons últimamente, su cumpleaños este año se celebraba en la casa de Chan.

Envolviendo sus brazos alrededor de sus rodillas, Seokjin sonrió débilmente. Estaba feliz por su amigo, feliz de que todo por fin iba bien en su vida. Yoongi y su hermano se llevaban bastante bien, aunque todavía era un trabajo en progreso, considerando cuan retorcido era Hyunjin. 

Todavía se atacaban mutuamente sin piedad, pero era obvio que ambos disfrutaban de sus bromas. Incluso la relación de Yoongi con su padre había mejorado: Jinyoung parecía estar llegando lentamente a entender y aceptar que Yoongi y Jungkook iban en serio y nada podría separarlos.

Y Seokjin sabía que nada lo haría. Nunca había visto a su amigo tan feliz. Era un terrible contraste con el chico al que Seokjin había dejado en Moscú, y Seokjin apenas podía dar crédito a sus ojos cuando vio de nuevo a Yoongi meses después, después de que Seokjin... regresara.

Sí. Estaba feliz por Yoongi. Y era agradable ver que un amor tan fuerte realmente existía y que los "felices para siempre" no eran algo de los cuentos de hadas.

Mordiéndose el labio, Seokjin levantó la mirada hacia la luna.

Probablemente debería volver a entrar. Pero Dios, ya estaba enfermo de estar en el extremo receptor de las miradas compasivas y preocupadas, como si padeciera una enfermedad terminal. Estaba harto de decirles a todos que estaba bien. Nadie le creía, de todos modos.

Un movimiento en la terraza le llamó la atención. Seokjin sonrió ligeramente al notar las dos altas figuras allí, cada una en los brazos del otro. 

Jungkook y Yoongi se besaban bajo la luna llena, las manos de uno en el pelo del otro, las bocas voraces y tiernas a la vez. Se besaron como si se pertenecieran mutuamente. Debe ser agradable amar y sentirse amado.

Al notar que se los estaba comiendo con la mirada, Seokjin desvió la vista, hacia la lisa y oscura superficie de la piscina. Otra explosión de risas llegó desde el interior de la casa.

No pertenecía aquí. Pero, de nuevo, ya no estaba seguro de a donde pertenecía.

Detrás de él, una rama se quebró.

Seokjin se tensó, la piel de gallina corriendo por su columna vertebral mientras que lo llenó un peculiar estado de alerta. Contuvo la respiración, su corazón golpeando contra las costillas. 

Tum-tum, tum-tum, tum-tum.

Era una estupidez. No había nadie detrás de él. Estaba de vuelta en Inglaterra. Estaba de vuelta en casa.

Él no podía estar allí.

Una mano grande y callosa se envolvió en su cuello. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Seokjin. No era posible. Estaba imaginándose cosas. Esto no podía estar pasando. Tragando, volteó la cabeza lentamente.

Helados ojos azules se encontraron con los suyos, y Seokjin no podía respirar, ahogándose en sus profundidades frías, como un conejo atrapado en la trampa de un cazador. Podría gritar. Jungkook y Yoongi lo oirían fácilmente si lo hacía.

–¿Me extrañaste, Solnyshko?–dijo una voz engañosamente suave.

Seokjin se lanzó hacia delante y selló sus labios juntos.

FIN.

Confuso |KOOKGI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora