☣ 5

550 98 5
                                    

—Te ves terrible, Yoongi.

Yoongi levantó la vista de la taza de té que estaba sosteniendo. Su madre lo miraba especulativamente. Ella ciertamente no se veía terrible. Como de costumbre, ni un cabello estaba fuera de lugar, su larga melena rubia perfectamente peinada.

—No he dormido bien —admitió Yoongi. Había pensado en las palabras de Hyunjin toda la noche. No había llegado a ninguna determinación, y su propia indecisión lo frustraba.

—No me sorprende —dijo SeoYeon, dedicando una mirada penetrante a su marido sentado al otro extremo de la mesa—. Tu padre no entiende que todavía eres un hombre joven que necesita un horario normal de trabajo y descanso...

—No lo mimes, SeoYeon —Min Jinyoung dijo con frialdad, sin levantar la vista de su periódico—. Difícilmente es un niño. Tiene veintidós años, y es momento de que asuma alguna responsabilidad en los negocios de la familia.

—Si conocieras a tu hijo en lo absoluto, sabrías que no está interesado en el negocio familiar, SeoYeon replicó.

—Es un Min —dijo Jinyoung.

—Y lo lamento cada día.—murmuró SeoYeon lo suficientemente alto como para que Jinyoung la escuchara.

Jinyoung solo levantó una canosa ceja, sus afilados ojos haciendo una pausa en su esposa antes de establecerse en su hijo. Yoongi se enderezó en su silla. Jinyoung no dijo nada por un momento, sólo observándolo en silencio.

—Yoongi, estaré en el Gangnam Finance Center hasta la tarde— dijo al fin—. Estoy seguro de que puedes manejar la reunión con Kim Doyoung sin mí.

Yoongi intentó y fracasó en reprimir una mueca. Las negociaciones comerciales nunca fueron su punto fuerte, y Kim Doyoung, el multimillonario dueño de las Industrias Kim, no era un hombre fácil de tratar.

SeoYeon dijo:

—No pongas esa cara, querido. Tendrás arrugas prematuramente —volteando hacia Jinyoung, arremetió—. No puedes decirlo en serio. Ese hombre es un criminal. Yoongi no debería tener que lidiar solo con él.

Generalmente Yoongi odiaba los cuidados despóticos de su madre, pero esta vez les daba la bienvenida. No tenía el estado de ánimo para enfrentar a Kim Doyoung ahora. Sin embargo, Jinyoung no se dejó intimidar.

—Yoongi debe aprender a lidiar con esa clase de hombres sin tenerme sosteniendo su mano. Además, Yoongi es amigo de su hijo. Eso debería hacer todo más fácil.

Seoyeon rió.

—Eso demuestra lo despistado que eres. Seokjin es un chico dulce, pero se parece muy poco al criminal de su padre.

—Kim no es un criminal. Es uno de los hombres más prominentes de Asia.

Seoyeon resopló.

—Tiene negocios con la mafia italiana y rusa. Todos lo saben.

—Hasta que se demuestre lo contrario, solo es un rumor malicioso —dijo Jinyoung—. Y deja de interferir en los asuntos de negocios. Ellos no te conciernen.

—Todo relacionado a mi hijo me concierne.

—Estoy seguro de que Yoongi no estará de acuerdo con eso. ¿Yoongi?

—Sí, dulzura, dile a tu padre que tu madre tiene razón.

Yoongi deseaba poder taparse las orejas con las manos y pretender que esto no estaba sucediendo. Miró de un padre al otro. Sintiendo desasosiego, comprendió que ya no sentían absolutamente ningún afecto uno por otro. Solían hacerlo; pero ahora ya no quedaba nada, salvo hostilidad y amargura.

Confuso |KOOKGI|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora