Capítulo 2

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Aproveché esta oportunidad para visitar la escuela y entenderla mejor. Estos pasillos están muy vacíos, hay algunos, pero soy el único que camina por aquí. Observé otras actividades: los estudiantes parecían más relajados y felices, a diferencia de mi cementerio con árboles en movimiento. Son activos, hablan, ríen, van a lugares que no les importan, son normales. ¿Contra quién compito? Mi sala de estar está en silencio, que es lo que necesito, siempre y cuando no me abandonen. Lo único que puede cansarme es Kira. No creo que sea millonaria, su apariencia no la favorece, y si fue por el cuchillo que llevaba, no sé por qué lo permitieron.

Sonó el timbre de la escuela, había pasado la primera hora de clase, el tiempo pasó muy rápido. Los estudiantes salen del aula y se oye un murmullo: "Adiós, hermoso pasillo silencioso" que solté de mi mismo, o al menos eso espero. Todos se fueron de manera ordenada y silenciosa, lo que me puso aún más nervioso. Me guió entre la multitud; La mayoría de los grupos entablan pequeñas conversaciones durante la clase. Generalmente, después de salir de clase, alguien gritaría: “¡Dios mío! ¡Esta aburrida clase finalmente ha terminado!pero no. La disciplina es, por un lado, mala y, por otro, extraña.

 La disciplina es, por un lado, mala y, por otro, extraña

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Me encuentro con rostros semifamosos, en mi salón. Encontraré al bastardo que me pateó y ahora me pagarás. Caminé hacia él e inmediatamente agarré su camisa y lo tiré contra la pared.

– ¿Veamos por qué me pateaste? – pregunté amenazadoramente, su rostro mostraba sorpresa ante mi inesperada reacción.

-Oye, no es culpa suya, déjalo en paz- intentó intervenir otro chico, pero lo miré con cara de disgusto, advirtiéndole que no interfiriera.

-Es cierto, no fue intencionado”, se defendió mi nervioso oponente.

-No te conozco y no me gustas nada. Espero que esto sea una advertencia.

-Hermano, déjalo en paz, escuché otro comentario y sentí una mano en mi hombro. Varios estudiantes, aparentemente todos de mi clase, se acercaron y me rogaron que lo dejara ir porque con toda la atención, no tenía otra opción. Rara vez dicen: “No lo insultes” y al mismo tiempo no dicen “pelea” como suelen hacer. Finalmente decidí separarme de él y sacudirme, soltando sus manos sobre mis hombros y espalda, el hecho de que estuvieran tan cerca me hacía sentir incómodo.

 Finalmente decidí separarme de él y sacudirme, soltando sus manos sobre mis hombros y espalda, el hecho de que estuvieran tan cerca me hacía sentir incómodo

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