Los golpes resonaban con insistencia, cada uno más fuerte que el anterior, como si la puerta fuera a ceder bajo la presión. Unos crujidos inquietantes se mezclaban con un sonido sordo, como de almas ahogadas, que hacían que la amenaza pareciera más real que un león hambriento al otro lado. Y, por si fuera poco, Kira seguía con sus sugerencias absurdas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los golpes y zarpazos resuenan, pero aprieto los dientes y me trago las lágrimas. Siento las manos de Kira en mis hombros y me giro para mirarla. Odio que esté tan serena, tan tranquila, mientras yo me derrumbo en llanto. <<Ojalá tuviera su fuerza>>.