Dos

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Beret no esperó mucho para darle un golpe en la cabeza, jamás la vió ser tan expresiva con sus ojos, en esta ocasión, sí que la ofendió

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Beret no esperó mucho para darle un golpe en la cabeza, jamás la vió ser tan expresiva con sus ojos, en esta ocasión, sí que la ofendió. Apenas se atrevió en abrir la boca para cuando una red fue puesta en su cabello, seguida de la peluca que medianamente atinaba al color de cabello que tenía él. —Hice un maquillaje perfecto en cuestión de diez minutos y ¿Lo primero que dices es "Quítamelo"? —Beret bufa, no escatima en el dolor de Brad cuando los pasadores se encajan en el cuero cabelludo, fijando la peluca a su cabeza.

No se atrevió a decir nada más, no sabe si por remordimiento, o porque en serio sintió que era mejor no tratar de mejorar las cosas sin saber qué decir. Volvió a mirarse en el espejo, tal vez, si lo miraba desde un ángulo diferente se vería... menos... horripilante.

Rascó su pecho por arriba del vestido, ya venía con unas incómodas esponjas asemejaba el busto de las mujeres, si es que tenías problemas de vista, y muy de lejos.

El lugar se llenó de nuevo, escuchó a las personas desde los asientos comenzar a murmurar, los demás personajes iban de un lado al otro. Una voz en el micrófono advierte la primera llamada, su corazón da un desagradable vuelco con la afirmación de que faltaban minutos para volverse el hazmerreír de toda la universidad.

—Tranquilo, ni siquiera eres personaje principal, simplemente saldrás un momento junto algunos extras, tomas la canasta de manzanas, das un círculo en medio del escenario, y sales.

Sí, Beret lo hacía ver fácil, pero sabe que el trato se extiende hasta que caiga la noche de ese mismo día, tenía prohibido ocultarse o decirle a alguien que su vestimenta era por una apuesta. No importaba si solo salía un par de escenas en el teatro, aún corría peligro de ser reconocido.

Con la peluca ya fijada, tomó los tacones rojos, con los cuales se le doblaba la rodilla cada tercer paso, dió un par de caminatas en el estrecho pasillo que daba justo hacia el escenario, una vuelta y acariciar su cabello.

Bien, era fácil, era realmente fácil, solo debe fingir ser una chica durante ese pequeño momento, se iría a las bambalinas, cuando acabara la obra, daría una inclinación que obviamente merecía una ovación de pie por el inmenso esfuerzo que ha hecho para no volverse loco y golpearse la cabeza contra la mesa. Es espléndido, un plan perfecto, como todo lo que hacía.

No miró a Beret después de escuchar la tercera llamada. Quería que fuera dramático, como si no se mereciera que le hablara después de eso, pero al escuchar como la chica ahogó una risa, sabía que sólo fue tomado como un berrinche.

No era la primera vez que se presentaba enfrente de una multitud, siendo acertado, era capaz de recordar que toda su vida ha sido hecha para actuar con maestría enfrente de una multitud.

Cómo un hombre.

Bueno, no debería tener tanta diferencia si actuaba como una mujer ¿No? Un poco de delicadeza, nada más lo suficiente como para hacer que el vestido no se vea mal. Pero tampoco tanta, sería sobreactuado y de inmediato sabrían que venía con paquete sorpresa debajo de los holanes.

Luidmila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora