Siete

67 15 2
                                    

Julio le respiraba en la nuca a todos los estudiantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Julio le respiraba en la nuca a todos los estudiantes. Los exámenes o proyectos finales hacían dos cosas en los estudiantes:

Dejarles seco el cerebro.

Llorar.

En el caso de Brad. Sentía que solo pensar le dolía. De alguna forma que no conoce, sus neuronas se cocían dentro de su cabeza para hacerlo tener jaquecas constantes al memorizar artículos, autores y citas bibliografías hasta que no cupiera un alfiler dentro de su cerebro.

No sabía si era posible. Pero si leía algo más, su cerebro se disolvería y le saldría por los oídos.

Así que, fue un mes de correr, ir a la clase, repetir esa clase porque se quedó dormido y no supo de qué se trataba el proyecto final. Comer en el salón de clases para no perderse información relevante, estudiar hasta qué dieran las tres de la mañana. Y repetir eso, un día tras otro.

Lo único que lo mantenía cuerdo, era Max. Cómo siempre, colándose en su vida.

Pero Max no hablaba con Brad específicamente.

Tenía contadas las veces en las que se veían, hablaban segundos y después se despedían para ir a sus labores de estudiante.

Fueron nada más tres ocasiones.

Tenía de consuelo que hable con Lu. Pero desde hace tiempo, no le gustaba Luidmila.

La aborrecía, si era más sincero consigo mismo. Era la chica perfecta, mandando besos a Max, siendo débil, la nena que siempre tuvo todo y ahora quiere a Max como un capricho.

Era él. Luidmila era él, pero cubierto con una cobardía que le enfermaba cada que escuchaba, veía o pensaba en su nombre

Una mentira tonta y estúpida que hizo Bradley para vengarse de algo en lo que Max no tenía la culpa, no existía esa chica. Brad odiaba que existiera sólo en su pequeño entorno, porque se roba lo que quiere de Max.

Y se odia a sí mismo por ser el hombre más cobarde que existe.

No sabía cómo detenerlo. No quería detenerlo. Porque era la única forma en que Bradley llegaba al corazón de Max, de una forma que jamás hará siendo él.

Cómo Luidmila, como a la chica que le dice: “Hola linda, espero que tengas un buen día, me enorgullece que siempre tengas los ánimos de seguir a pesar de que no sea tu carrera soñada, besos”

Porque Max jamás se fijaría en el tipo que le hizo la vida imposible durante un buen rato, que lo humilló, maltrató, insultó...

Brad se sentía más bien como la definición de problema en la vida de todos. Y por primera vez, quería borrar el sentimiento desagradable de ser un estorbo.

Tenía tanta hambre de amor, que recogía las migajas de una mentira que él mismo creó.

Eres tu propia piedra en el zapato.

Luidmila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora