Nueve.

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Bradley estuvo un día entero en cama

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Bradley estuvo un día entero en cama. Además de resfriarse, el burnout. No lo dejó moverse ni un poco de su cama.

Su celular sonó, como no tenía mucho que hacer, además de leer sus gigantescas guías de estudio. Miró de qué se trataba.

“Nada más digo, que podríamos ahorrarnos el estar enfermos si ALGUIEN, no me hubiera lanzado al suelo”

Bradley sonrió de oreja a oreja. Max estaba furioso con él. Y aún así seguía mandando mensajes.

No se merecía a ese chico.

“¿Y no crees que el beso estuvo de más? ”

“¿No te gustó? Porque fuiste tú quien me mordió el labio”

No podía discutir con él. Siempre le ganaba.

Un golpe en la puerta lo distrae. Lo hace pasar con un “Adelante”. Cuándo mira quién es el que está detrás de la puerta, se le cae la mandíbula de la sorpresa.

Era Goofy.

O sea, Goofy, Goofy.

El papá de Max ¿Que está haciendo ahí?

—Buenas tardes, Bradley. —llevaba consigo una ridícula bufanda amarilla y esponjosa, demasiado abrigadora para un par de gotas de lluvia. Se frota las manos después de dejar una mochila que llevaba en las manos. —Vaya frío hace ¿No crees?

—¿Qué hace usted aquí?

Hacía demasiado que no lo veía. Y según recuerda, Goofy ya terminó sus estudios, tenía su título universitario, así que no tenía nada que hacer ahí.

—¡Oh! Tuve un tiempo libre, y como ya casi termina este semestre, pensé en venir a ver a Max. Me gustaría llevarlo de viaje mientras duran las vacaciones. —responde con su habitual. Sentado en la esquina de la cama donde Brad aún lo mira como algún tipo de fantasma. —Y Max me pidió que te trajera un par de cosas. Ya sabes, está un poco enfermo, me pidió el favor y con gusto lo hago.

Brad no puede evitar sentir un poco de vergüenza.

Goofy le deja algunos medicamentos. Balbucea sobre como le fue de camino hacia la universidad cuando deja después un termo con té de manzanilla, comida hogareña que él mismo preparó y otra bufanda igual de ridícula, pero de color rojo.

—¿Qué es todo esto? —mira con extrema atención las bolitas de arroz que Goofy traslada desde el contenedor térmico hacia el plato, con la exacta forma de un ratón.

—Bueno, como supe que también estabas enfermo, no pude dejarte sólo así, cociné un par de bolas de arroz con verduras para que te ayuden a levantarte de la cama, muchacho.

Goofy le sonrió, Bradley cada vez se sentía peor.

¿Cómo es posible que los Goofys sean así? Sin rencores, sólo dando todo de ellos a pesar de que Brad los ha pisoteado una y otra vez.

Luidmila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora