Capítulo 24

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Capítulo 24

Escuchar los estruendos de los relámpagos y las gotas de agua incesantes del exterior, cuando una es adorada con vehemencia… Debe ser el placer más exquisito que existe en la tierra. Estaba segura de eso. 

《Estoy totalmente entregada

No habíamos tardado mucho tiempo en entrar al departamento… En esta ocasión los dos teníamos prisa por darnos placer. Probablemente, ese deseo que nos quemaba la piel era descabellado, teniendo en cuenta de que nos resistimos a incendiarnos juntos. Pero en este preciso instante nuestras ataduras mentales se extinguieron. Desaparecieron en el mismo momento que se unieron nuestras bocas. 

—¿Te dije que tu boca me parece irresistible?— Jonathan me levantaba del piso sosteniendo mi cadera y me apoyaba con rudeza sobre la pared. Me daba pequeñas mordidas en mis labios y los succionaba con fuerza.
—Tienes los labios carnosos, perfectos… Cada vez que los veo me dan ganas de besarlos, morderlos— cada vez siento con más profundidad sus labios sobre los míos. 
—Recordarte que son míos, es una necesidad— susurró con un tono ahogado. Le negué con mi cabeza a todos sus dichos y me quedé en silencio, solo podía pensar en respirar.

Me solté de su agarre y comencé a quitarle  su remera, una vez que pude ver su musculatura, lo torturé lentamente con el accionar de mis labios.
—Ahora mi boca te va a gustar más— sin darme cuenta, ya estábamos en el sillón. Jonathan se había quedado sentado y yo continuaba haciendo un recorrido de besos en su torso desnudo, mientras permanecía arriba de él con mis piernas apoyadas a los costados de las suyas. 

—Amelia— gemía mi nombre cuando le succionaba con fuerza el cuello.
—Vas a dejarme marcas, mañana trabajo y— lo interrumpí, le apoyé mi mano para callarlo y me quité mi remera junto con el sostén. 

—Existe el maquillaje. Ya deberías saberlo Jonathan Lennox— sus ojos no se apartaban de mis pechos y sus manos no dejaban de tocarlos.

—Eso no quita que deberán tapar tus marcas en mi piel y sabrán que vuelvo a ir sin haber dormido— se perdió en mis pezones y podría jurar que yo me fui mentalmente con sus actos a otro planeta. 

Sabe perfectamente lo que hace

Cuando logré incorporarme decidí quitarle la ropa que le quedaba en su tren inferior. Saqué su pantalón rápidamente con su ayuda y su boxer lo retiré con lentitud mientras sostenía su miembro.  

—Aún queda ropa— me señaló mi pantalón. Y comenzó a desabrochar los botones del jean. Lo bajó junto con mi tanga y lo tiró al piso.
—Es una locura verte desnuda— murmuró y extendió su dedo a mi boca y cuando quedó humedecido, lo retiró para apoyarlo en mi vagina. Podía sentir como me estremecía con sus caricias y con los masajes que me proporcionaba de manera intensa e insistente.  
—Gime más por favor— mis pequeños jadeos eran apenas perceptibles… Me estaba conteniendo y trataba solamente de suspirar profundamente. 

—Jona, espera— mi humedad era abundante y no me faltaba mucho tiempo para llegar al clímax deseado. —Te necesito dentro mío—  dejó de mover su mano y se sonrió con malicia. A continuación, sacaba y metía sus dedos en mi abertura de manera lenta, provocando mi demencia. 

—Voy a estar dentro tuyo— afirmó.        —Tenemos tiempo, tranquila.

—¡No!— exclamé y clavé mis uñas en su espalda. —Me quemo, por favor— gruñí y grité por el placer que sentía. Ya no me bastaba sentir sus dedos, necesitaba que mi interior se llenara de él. 

Se apartó de mí velozmente y por un momento no comprendí que había ocurrido… 

—¿Qué pasó?— dije sorprendida mientras estaba tendida en el sillón. 

Colisión PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora