Capítulo 17

163 99 101
                                    

Capítulo 17

Ser lectora de novelas, especialmente del género romántico, te permite crear altas expectativas en el amor... Y te deja sin estabilidad emocional.

No me estoy quejando de ello, pero en este momento recuerdo que espero un amor excepcional y mis expectativas me están desregulando mi psiquis. Justo ahora que Jona me espera en el comedor.

《 Respirá profundo y bajá 》

Cuando nos vimos, me sentí bastante nerviosa, tenía una sensación extraña, diría que era como percibir el vuelo de las famosas mariposas en mi panza.

Su pelo seguía con humedad, al igual que el mío. Y su cuerpo vestía un pijama de seda gris, me pareció un tanto ridículo, pero estaba en su casa.

—¿Me queda bien?— se rió y corrió la silla de la mesa para que me sentara. —Perdón, pero estoy agotado. Necesito ropa cómoda, me iba a poner algo formal pero lo dudé- todo lo que tuviera puesto le quedaba pintado. No iba a quejarme.

—No hay problema, yo hubiera elegido un pijama también— me senté y luego él se sentó en su silla, quedando frente a mí.

—Pero no hay aquí, lo sé— mencionó. —No tuve la idea de encargar pijamas porque ninguna mujer se queda a dormir y tampoco tienen ropa en mi casa— dijo en tono alto para remarcar la idea. —Habías dicho que esa ropa era para todas mis conquistas o algo parecido, ¿no?.

—¡Ya veo por qué tienes esa ropa puesta!, tu idea es sacar los trapitos al sol. La verdad es que tengo que aplaudirte de pie, te las ingenias para sacarme de quicio y lo logras al instante— me quedé en silencio y no continúe hablando porque una mucama llegaba con la comida y nos servía.

—Gracias María, puedes retirarte, buenas noches— yo le agradecí también a la muchacha antes de que se retirara.
—¿Qué era lo que me decías Amelia?, no me digas, ahora lo recuerdo. Yo logro romper con tus esquemas, sacarte de tu eje y enloquecer tus pulsaciones— decía mientras sostenía la copa de vino y la llevaba lentamente a sus labios.

—No fue exactamente lo que dije. Pero te dejo creer en eso, siempre serás un creído y no vas a cambiar— me tomé todo el vino que había en mi copa y me serví más malbec.

—No soy creído, solo te digo la verdad, puedo ver tu nerviosismo y la lucha interna que tienes en este mismo momento— estiró su mano sobre la mesa para agarrar la mía. —No va a pasar nada que tú no quieras que suceda, disfruta de la cena en paz. Te confieso que me encanta provocarte, pero por hoy, no vuelvo a hacerlo— retiró con lentitud su mano de la mía y esa acción me irritó más. Luego comenzó a comer y yo hice lo mismo por un rato.

—¿Por qué supones que yo quiero algo contigo?— exclamé.

—Tus besos me esperan y no escapan, tus ojos me ven con brillo y nunca se apartan, tu ego emerge conmigo y busca competir con el mío, tus acciones te delatan. Podría seguir diciéndote motivos.

—Claro, me olvidaba que eres el hombre experto en el amor— me reí para callarlo y poder cambiar el tema.

—Puede que no lo sea. Pero si nuestra historia fuera un libro, te puedo asegurar que los lectores estarían cansados de verte a la defensiva.

—Y te aseguro que también estarían agotados de tu fallado sistema límbico y tus escapes— me paré gritando. Por unos segundos nos quedamos en silencio y solo pude ver que sus ojos me llamaban. Corrí con energía la vajilla que estaba en mi sector de la mesa y me abalancé sobre la misma para llegar hasta su cuerpo y poder besar su perfecta boca.

El ruido de los platos rotos no finalizó al instante. Jonathan tiró todo lo que había quedado alrededor de la mesa, enredó mis piernas en su cintura y me acostó sobre la mesa. Nuestras manos tocaban velozmente y con fuerza el cuerpo del otro, nuestros labios se apretaban con ganas, nuestros ojos se miraban profundamente.

—¡Joder Amelia!, me vuelves completamente loco— su voz sonaba entrecortada.

—Querías disfrutar del momento, estoy accediendo. Quiero silencio, no me frenes ahora— paré por unos minutos mis acciones y lo alejé de mi cuerpo unos centímetros.
—Me voy, necesito irme— en ese instante me dí cuenta de lo que había pasado. Me acerqué violentamente a su cuerpo sexy con la intención de devorarlo. Yo no actuaba de esa manera, nunca había sentido tanta atracción por alguien.

—No, Amelí... Ya habrá tiempo para volver a evadirnos. Pero hoy no— dijo con determinación y me besó nuevamente con fiereza.

Jonathan me cargó en sus brazos y me llevó hasta su cuarto. En el camino besaba mi boca y cuando me apartaba dejaba besos en mi cuello.

—Perdón si fui un poco rudo, me tomaste por sorpresa y mis instintos actuaron— me dijo con voz suave mientras me apoyaba en su cama.

—No tienes que tratarme como una niña— dije en su oído y luego mordí con suavidad su lóbulo.

—Quiero tratarte como mi reina. Pase lo que pase, hoy será memorable— espero que pueda cumplir con lo dicho. No quiero arrepentirme después de esto.

《 Tengo que dejar de pensar. Es un polvo y no una propuesta de matrimonio, no tiene nada de malo. El príncipe azul puede seguir esperando a que lo busque y no va a enojarse por la acción que voy a ejecutar ahora

Comencé a reírme —¿Tienes protección?.

—Sí, ¿dije algo gracioso?.

—No— dije. Me reí por todo lo que había pensado, pero no lo diría.
—Genial, ¡hice una pregunta muy tonta, es obvio que tienes!.

—Me ofendes, no tengo sexo todo el tiempo con todo el mundo. Por ese comentario vas a tener un correctivo
— me golpeó con la palma de su mano sobre mi glúteo, provocando un ardor que me resultaba excitante.

—¡Ay!— solté y mordí mi labio. -Solo falta que me digas que sos sádico.

—No, pero puedo ser todo lo que tú quieras— fue sacando con suavidad mi vestido de mi cuerpo y luego se sacó su ropa hasta quedar en boxer.

—¿Hoy no tendremos sexo fuerte y rudo?— dije posando mi mirada pervertida en su físico.

—No, dije que sería memorable y un caramelo necesita que la traten con dulzura.

—Shhh, basta, tienes muchos diálogos de guiones románticos en la mente y creas frases ganadoras o simplemente tienes facilidad para ser un galán/mentiroso...— me calló con un beso y retiró lentamente mi ropa interior de mi cuerpo.

Minutos más tarde, ambos nos concentramos en nuestras maniobras, después de que Jonathan se colocó el preservativo sobre su duro miembro. En ese cuarto solo se escuchaba el silencio y a veces era interrumpido por los sonidos de nuestros besos, suspiros, respiraciones y jadeos.

Probablemente, quisimos agregar palabras a la mezcla de sonidos eróticos que expresamos y se nos hacía difícil no decirlas. Pero omitimos un intercambio verbal para prestar atención a nuestras sensaciones por mucho tiempo. Hasta que mi excitación me volvió completamente loca.

—¡No pares!— gruñí mientras repartía besos y mordía su cuello.

—No voy a dejar que esto termine tan pronto bebé— frenó sus movimientos y giró su cuerpo velozmente, causando que mi cuerpo quede arriba del suyo.
—Quiero que tomes el control, quiero verte extasiada y quiero saber que yo soy el dueño de ese momento.

Me moví arriba de él, sintiendo su extremidad empujar en mi interior y siguiendo el ritmo de los movimientos de sus manos.

—Quiero que termines conmigo— dije con mi voz agitada mientras escuchaba sus gemidos y luego los míos.

—Dame tu boca— apagó mis gritos descontrolados con sus besos y ambos quedamos rendidos dejando caer nuestros cuerpos.

—Fue una colisión perfecta y no me importa si mañana quedamos completamente desintegrados— en ese momento me sentía en otra galaxia. Realmente había sido memorable.

—Iba a decir exactamente lo mismo, me leíste la mente— me dijo y nos quedamos enredados, desnudos sobre la cama, acariciándonos la piel hasta quedarnos dormidos.

No fue sexo, no significó algo casual, fui completamente suya y él lo sabía...

Colisión PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora