Capítulo 6

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      Estamos en pleno mayo el invierno se siente y es genial, camino del supermercado a casa con dos bolsas que no pesan casi nada, voy despacio disfrutando del viento helado en mi cara, el cielo anuncia que pronto va a llover y no puedo estar más que feliz, saludo al verdulero un señor de unos noventa y pico de años que me ha visto crecer, me devuelve el saludo cabizbajo y lo entiendo, perdió a su nieto tan solo unas semanas atrás un adolecente de quince años, encontraron un tumor en su cabeza que era inoperable, no podían hacer nada, no les dio el tiempo suficiente para prepararse para despedirlo, pero.. ¿Qué tiempo es el suficiente para aceptar que un ser querido va a dejarte? sobre todo tratándose de una vida tan joven, yo también sentí su partida, lo había visto crecer, era un niño tan educado, generoso nunca hubo maldad en él, no creí que fuera justo.

Sigo mi camino solo media cuadra para llegar a casa, es sábado por lo que mamá va a llegar del trabajo sobre las tres de la tarde, voy a preparar el almuerzo y dejarlo listo para comer con ella, aunque ha estado renuente a conversar conmigo desde que Carlos vino a verla, supongo que pone una barrera entre nosotras no entiendo por qué lo hace nunca en mis veintidós años he objetado ninguna de sus decisiones, era más sencillo seguir la corriente.

Después de preparar el almuerzo veo una serie para matar el tiempo mientras la espero, lo que llama mi atención cuando levanto la vista y veo que ya son tres y media, me digo que quizás su colectivo no pasó, o se quedó ayudando en la casa, pero me avisa de ser así, me digo que puede demorarse pero me quedo pensando en ello, así que tomo mi teléfono y la llamó. suena y no contesta, suena y no contesta, después de llamarla varias veces y no contestar me preocupo, por mi mente comienzan a pasar mil escenarios de lo que pudo ocurrirle, llamó a la familia Cortés para saber si sigue allí quizás no tiene su teléfono encima porque está trabajando; ella salió en el horario habitual. ¿Dónde está? ¿Le habrán robado el celular? no lo creo ya lo hubieran apagado ¿tuvo un accidente en la calle? hubieran atendido cuando llame para decirme, que puedo pasarle para que no conteste, sigo insistiendo y su teléfono suena pero no atiende mis llamadas.

Llega a las ocho y media de la noche. La veo caminar por el jardín hacia la casa y salgo a su encuentro.

— ¿Qué pasó? ¿Por qué no me contestabas las llamadas? ¿Estás bien? ¿Te robaron?

—Por Dios no seas tan dramática— Me esquiva y sigue caminando y entra en la casa.

—Pensé que te había pasado algo, te llame un montón de veces y no contestaste estaba preocupada.

—Tenía el celular en silencio.

— ¿Y qué pasó? ¿Por qué venís a esta hora?

— Que sos mi madre que te tengo que dar explicaciones.

—No, pero me preocupé, pensé que te había pasado algo.

—Carlos me pasó a buscar por el trabajo.

—Ah, ¿todavía se acuerda donde trabajas?

—Si pasaba por allí y me invitó a almorzar.

— ¿Por qué no me avisaste? Te estaba esperando para almorzar juntas como siempre.

—Se me pasó.

— ¿Qué quería?

— ¿Por qué tienen que querer algo? me invitó a almorzar nada más.

—Porque se olvidó de vos dos años y apareció cuando necesitaba algo.

—Basta Rocío!!— Tiene esa mirada que me hacía temblar cuando era una adolecente de dieciséis años y hacía algo que a ella no le gustaba, no tiene caso discutir con ella la conozco lo suficiente.

Me voy a mi habitación, se porque esta así conmigo, la mera insinuación de que su hijo solo la busque por que necesita algo de ella la ofende, no quiere aceptar lo que es en realidad ese almuerzo, hasta un niño lo puede ver, conozco a Carlos va a jugar la carta que siempre jugó, la de dar lastima, podía hacer de mi madre un títere a su antojo, aunque él y Jesús tenían vía libre para salir de casa y volver a la hora que querían, Carlos siempre ponía su cara de pena porque no trabajaba y no tenía dinero para salir con sus amigos y ella se lo daba, celular nuevo lo tenía, ropa, zapatillas todo a la última moda, no me sorprendería que este haciéndolo de nuevo para conseguir que venda la casa, pero que puedo decir yo, no soy más que una inquilina no voy a dar mi opinión si ella quiere venderla es su casa su decisión.

Pasó el domingo en mi cuarto, termino mis resumen para el próximo examen, leo un libro de romance, veo un capítulo de una serie que todavía no puedo terminar, solo salgo de mi cuarto para bañarme, quisiera ser más madura en esta situación decir que me senté con ella a hablar sobre lo que está pasando pero esta casa no es una democracia, nunca lo fue ni lo será, se que va a ceder al pedido de Carlos y mientras eso todavía no pase ella se comportara como lo hace siempre va a ser fría, no me hablara más que para lo necesario, y si llego a hacer o decir algo que la ofenda toda su furia va a ir dirigida a mí , así que voy a protegerme y eso lo logró escondiéndome, siendo invisible, lo aprendí desde pequeña, hacer lo que ella dice, pensar como ella piensa y sentir como ella siente, así era indetectable y las cosas iban bien, cuando le llevaba la contraria mi mundo se volvía un infierno, y en estos momentos no puedo con eso, necesito rendir bien mis exámenes, así es que fingiré demencia de lo que sucede a mi alrededor y esperaré que salga lo mejor.

El lunes por la mañana me levante aun más temprano de lo habitual, no pude dormir muy bien y ya estaba despierta antes de que mi despertador sonara, prepare mi mochila, puse en ella una batería extra para mi celular, mis auriculares, los apuntes de los próximos exámenes para estudiar, no pensaba volver a casa hasta entrada la tarde, la biblioteca es un buen lugar para estudiar y pensé en quedarme allí después de terminar con mis clases.

— ¿Por qué te vas tan temprano?— Salte del susto al escuchar su voz a mi espalda.

—Quiero conseguir lugar— Se dio la vuelta y se fue sin más.

≪Voy a volver lo más tarde que pueda ≫ salgo de casa camino a la parada que está a dos cuadras, la calle está alumbrada solo por los focos ya que la luna todavía nos mira, es muy temprano y hace mucho frío, cuando voy bajando de la vereda mi pie derecho se resbala en la escarcha pero logró volver a enderezarme, no hay nadie en la calle así que nadie vio mi pequeño accidente, cuando llegó a la parada hay una fila de media cuadra, ≪genial≫ me formó y espero con mis manos en los bolsillos a que el colectivo pase. El colectivo viene vacío lo que agradezco aunque se llena rápidamente con todas las personas que están esperando.

Tus ojos de GinkgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora