—¡No, por favor!— Daella empezo a escuchar una voz a la lejanía de una mujer, parecia estar asustada.— Por favor, a Harry y Daella no.
— ¡Apartate!— Escucho una segunda voz. Una voz de un hombre que hizo que todo su cuerpo empezará a temblar.— Muy bien, si no te apartas... caerás junto a ellos.
Daella estaba en un pasillo largo y oscuro, buscaba una forma de salir o de intentar ayudar a esa mujer, cuando vio una puerta al final del pasillo. Empezó a correr hacia ella, pero era como si una fuerza enorme la empujará para atrás. Daella seguía corriendo con todas sus fuerzas intentando llegar a la mujer que suplicaba por su vida.
Cuando llegó a la puerta cogió el pomo y lo giro de golpe, pero cuando entro en la habitación no había nadie... ni nada.
Ni la mujer, ni el dueño de la segunda voz. Nada.
Estaba todo oscuro, no se veía el principio ni el final del sitio en donde estaba y no se escuchaba ni un sonido. Daella podía escuchar los latidos de su corazón, el cual iba muy acelerado, a la perfección.
De golpe se empezaron a escuchar unos pasos, eran sutiles aunque al estar en ese sitio se escuchaban con claridad. Daella empezó a dar vueltas sobre sí misma buscando de donde veían aquellas pisadas.
Las pisadas se detuvieron de golpe, aunque Daella sentía que la estaban vigilando, pero no sabía de donde.
— Daella...— Susurro alguien detrás de la niña, haciendo que se diera la vuelta asustada. No había nadie.
— Daella...— Volvio a susurrar aquella voz. Esta vez Daella sintió como su cabello se movio un poco, así que se dio la vuelta con la máxima rapidez que pudo.
Al girarse vio a una mujer delante de ella. Una mujer que ni conocía de nada. Tenía el cabello pelirrojo y ondulado, en la cabeza traía como una especie de diadema de color escarlata que le iba desde las mejillas hasta la frente. Tenía una dulce sonrisa dirigida a la niña, Daella pensó que era para que no se asustara. Pero lo que realmente hizo que diera unos cuantos pasos hacia atrás fueron sus ojos.
Brillaban... nunca había visto unos ojos como aquellos. Eran de un rojo brillante y se podía notar la maldad en ellos.
— Hola, Daella.— La saludo la mujer. Daella no podía negar que, quitando de los ojos que daban bastante miedo, la voz con la que habló fue bastante dulce.
— ¿Q-quien eres?— Pregunto Daella en un susurro.
— Eso aún no lo sabes. Y aún no es hora de que lo sepas.— La desconocida acerco una mano a la mejilla de Daella y la acarició. Daella la sintió conocida, como si no fuera la primera vez que veía a aquella mujer.— Pero no te preocupes pequeña. Algún día lo sabrás... más pronto de lo que imaginas sabrás quién eres.
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𝐃𝐀𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍 𝐘 𝐋𝐀 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐑𝐀 𝐅𝐈𝐋𝐎𝐒𝐎𝐅𝐀𝐋
Fanfiction' 𝘓𝘰𝘤𝘶𝘳𝘢 𝘺 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘦𝘻𝘢 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘳𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢 𝘮𝘰𝘯𝘦𝘥𝘢. 𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯 𝘯𝘢𝘤𝘦, 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘰𝘯𝘦𝘥𝘢 𝘢𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘺 𝘦𝘭 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘢𝘨𝘶𝘢𝘯�...