Los días pasaban y no había dudas de que Fluffy seguía bien y con vida, detrás de la puerta cerrada.
Hacia mucho calor, en especial en el aula grande donde se examinaban por escrito. Les habían entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un encantamiento antitrampa, que no le gustaron nada a Ron.
También tenían exámenes prácticos. El profesor Flitwick los llamo uno a uno al aula, para ver si podían hacer que una piña bailará claqué encima del escritorio. La profesora McGonagall los observó mientras convertían un ratón en una caja de rape. Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes. Snape los puso nerviosos a todos, respirando sobre sus nuncas mientras trataban de recordar como hacer una poción para olvidar.
Daella lo hizo todo lo mejor que pudo, tratando de hacer caso omiso de las punzadas que sentía en la cabeza, un dolor que le molestaba desde hacía ya días. Hermione pensaba que Daella era un caso grave de nerviosismo, porque no podía dormir por las noches. Pero la verdad era que Daella se despertaba por culpa de la misma pesadilla de siempre, que se había vuelto peor, porque la mujer desconocida aparecía llena de sangre.
Tal vez porque ellos no habían visto lo que Daella y Harry vieron en el bosque, Ron y Hermione no parecían tan preocupados por la Piedra como ellos. La idea de Voldemort los atemorizaba, desde luego, pero estaban tan ocupados repasando que no les quedaba tiempo para inquietarse por lo que Snape o algún otro estuvieran tramando.
El último examen era Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían inventado calderos que revolvian su contenido, y estarían libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieran los resultados de los exámenes. Cuando el fantasma del profesor Binns les dijo que dejarán las plumas y enrollaran sus pergaminos, Daella no pudo dejar de alegrarse con el resto.
- Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé.- Dijo Hermione, cuando se reunieron con los demás en el parque soleado.- No necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de 1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.
- Hermione, ya hemos acabado. No sigamos hablando sobre los exámenes, ¿vale?- Dijo Daella un poco agotada de tantos exámenes.
Ron estuvo de acuerdo con Daella, asi que se fueron hacia el lago y se dejaron caer bajo un árbol. Los Gemelos Weasley y Lee Jordan se dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en la orilla.
Daella se levantó y se dirigió hacia ellos mirandolos con una sonrisa divertida.
- Lo que me voy a reír cuando el calamar se ponga a la defensiva y os ataque.- Dijo Daella haciendo que los tres Gryffindors se dieran cuenta de su presencia, y que la miraran divertidos.
- Mirad quién está aquí, la mejor cazadora en muchísimo tiempo, la gran Daella Targaryen.- Dijo con voz grave Lee, haciendo reír a los Gemelos Weasley y que Daella sonriera.
- Muy graciosos Jordan.
Lee le guiño el ojo a Daella con diversión.
- ¿Y? ¿Qué tal los exámenes, Targaryen?- Le pregunto George después de haberle vuelto a pinchar al calamar.
- Fáciles.
- ¿¡Fáciles?!- Dijeron los tres Gryffindors sorprendidos.
- Si... Han sido bastante fáciles.
Los tres niños la miraron sorprendidos, y Daella no pudo evitar empezar a reírse por las caras que tenían. Fred abrio la boca para decir algo, pero alguien lo interrumpió.
- Daella, ven.- Dijo Harry detrás de ella. Daella iba a negar, quería quedarse un rato más allí, pero al ver la cara de Harry, tan pálida, solo asintió.
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𝐃𝐀𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍 𝐘 𝐋𝐀 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐑𝐀 𝐅𝐈𝐋𝐎𝐒𝐎𝐅𝐀𝐋
Fanfiction' 𝘓𝘰𝘤𝘶𝘳𝘢 𝘺 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘦𝘻𝘢 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘳𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢 𝘮𝘰𝘯𝘦𝘥𝘢. 𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯 𝘯𝘢𝘤𝘦, 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘰𝘯𝘦𝘥𝘢 𝘢𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘺 𝘦𝘭 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘢𝘨𝘶𝘢𝘯�...