Hermione y Daella volvieron el día anterior al comienzo de las clases. Harry y Ron le contaron todo lo que había pasado en las vacaciones; la capa de invisibilidad que le habían regalado a Harry, el espejo de oesed y lo que Harry había visto y la charla que había tenido con Dumbledore. Daella se preocupo un poco, pero cuando Harry le afirmó que estaba bien se tranquilizó. Hermione considero las cosas de otra manera. Estaba dividida entre el horror de la idea de Harry vagando por el colegio tres noches seguidas y desilusionada porque finalmente no hubieran descubierto quién era Nicolás Flamel.
Ya casi habían abandonado la esperanza de descubrir a Flamel en un libro de la biblioteca, aunque Daella estaba segura de haber oído y leído el nombre en algún lado. Cuando empezaron las clases, volvieron a buscar en los libros durante diez minutos durante los recreos. Harry y Daella tenían menos tiempo que ellos, porque los entrenamientos de quidditch habían comenzado también.
Wood los hacia trabajar más duramente que nunca. Ni siquiera la lluvia constante que había reemplazado a la nieve podía doblegar su ánimo. Los Weasley y Daella se quejaban de que Wood se había convertido en un fanático. Si ganaban el proximo partido contra Hufflepuff, podrían alcanzar a Slytherin en el campeonato de las casas, por primera vez en siete años.
Durante un entrenamiento en un día especialmente humedo y lleno de barro, Wood les dio una mala noticia. Se había enfadado mucho con los Weasley y Daella, que se tiraban en picado y fingian caerse de las escobas y la Targaryen les seguía la broma y se reía sin parar.
— ¡Dejad de hacer tonterías!— Grito.— ¡Esas son exactamente las cosas que nos harán perder el partido! ¡Esta vez el árbitro será Snape, y buscará cualquier excusa para quitar puntos a Gryffindor!
Daella, al oír esas palabras, casi se cayo de verdad de su escoba, pero Fred la cogió a tiempo y se aseguró de que estaba bien.
— ¡¿Snape?!— Exclamó con un grito Daella.— No será imparcial. Nos quitara puntos por cualquier cosa y se encargará de que no sobrepasemos a Slytherin.
El resto del equipo se acerco a Daella para quejarse.
— No es culpa mía.— Dijo Wood.— Lo que tenemos que hacer es estar seguros de jugar limpio, así no le daremos excusa a Snape para marcarnos faltas.
Todo aquello estaba muy bien, pensó Daella, pero sabía que ni eso serviría. Snape los haría perder de cualquier forma.
Los demás jugadores se quedaron, como siempre, para charlar entre ellos al finalizar el entrenamiento, pero Harry y Daella se dirigieron directamente a la sala común de Gryffindor, donde encontraron a Ron y Hermione jugando al ajedrez. El ajedrez era la única cosa a la que Hermione había perdido, algo que Daella consideraba muy divertido.
— No me hables durante un momento.— Dijo Ron, cuando Harry se sento al lado.— Necesito concen...— Vio los rostros de Daella y Harry.— ¿Qué os sucede? Tenéis una cara terrible.
En un tono bajo, para que nadie más los oyera, Daella les explico el súbito y siniestro deseo de Snape de ser árbitro de quidditch.
— No juegues.— Dijo de inmediato Hermione, mirando a Harry.
— Diles que estás enfermo.— Añadió Ron.
— Finge que se te ha roto una pierna.— Sugirió Hermione.
— Rompete una pierna de verdad.— Dijo Daella, y los tres niños giraron sus cabezas a la vez y la miraron asustados.— Es una idea.
— No puedo.— Dijo Harry segundos después.— No hay un buscador suplente. Si no juego, Gryffindor tampoco puede jugar.
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𝐃𝐀𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍 𝐘 𝐋𝐀 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐑𝐀 𝐅𝐈𝐋𝐎𝐒𝐎𝐅𝐀𝐋
Fanfiction' 𝘓𝘰𝘤𝘶𝘳𝘢 𝘺 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘦𝘻𝘢 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘳𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢 𝘮𝘰𝘯𝘦𝘥𝘢. 𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯 𝘯𝘢𝘤𝘦, 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘭𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘰𝘯𝘦𝘥𝘢 𝘢𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘺 𝘦𝘭 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘢𝘨𝘶𝘢𝘯�...