Los caballos de mar

Prólogo

Y como último acto de amor, te dejo ir.

Que frase tan pendeja, ¿por qué romantizar todo lo que nos hace miserables? No, no fue mi último acto de amor, mi último acto fue ir a tu boda y nunca decirte; fue escuchar a cada persona preguntar qué fue lo que pasó.

Pasar una última noche juntos si fue un acto de amor; pero no voy a romantizar el dolor que sentí cuando todo terminó; no voy a romantizar cuanto me costó poder superarte en medio de una gira de promoción y un montón de pendejos preguntando por ti.

Porque, no sé que esperábamos, me llevabas seis años y ninguno de los dos estaba preparado para lo que se venía, toda la ola de acoso por parte de los medios y de parte de todas tus fanáticas. Ahí entra otro acto de amor, soportar todos sus insultos y burlas solo porque en verdad te amaba.

Leo esa frase una y otra vez y no puedo dejar de pensar en que efectivamente es demasiado pendeja, no hay nada en ella que me haga querer pararme de mi cama; tan solo te veo irte, alejarte en el pasillo del aeropuerto. Revivo cada separación que tuvimos, tantas cosas que pasamos; minutos, horas, días, semanas y meses juntos. Todos esperaban el gran momento, pero eso no pasó.

Co-mo-ul-ti-mo-ac-to-de-a-mor

No lo sé, hice tantas cosas por amor.

Tantas cosas por alguien mayor que yo.

Tantas cosas que ahora me pregunto si sirvieron de algo y entonces me veo de nuevo sentada con las piernas cruzadas frente a la tarotista preguntando una vez más porque cree que nuestras existencias están entrelazadas. Le he preguntado tanto que creo me va a correr de su casa pero amablemente me vuelve a decir que dejé fluir todo; que por más que lo evite el encuentro va a suceder.

Así que como último acto de amor hacía ti; dejaré que el universo escoja qué hacer.