Capítulo 2

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—Así que hablaron —dijo mi representante dejando un par de periódicos y revistas en la cama mientras comenzaba a despertar.

—Yo no diría hablar —me senté en la cama alargando el brazo para tomar una de las revistas —. "El famoso actor Jason Lawrence y la aspirante a escritora Samanta Hernandez, retoman relaciones en la gala de anoche"

Cité el encabezado que venía acompañado con una fotografía afuera del evento donde tenía su chamarra puesta, fui a la página que citaban y leí una de las historias más fascinantes que había leído, contenía fantasia pura, solo faltaban magos y dragones.

—Aspirante a escritora, con más de un millón de copias vendidas solo en América, las mejores opiniones del New York Time y una gran gira de promoción por todo el mundo —seguí levantándome de la cama y yendo al baño, todo eso con la mirada de mi representante puesta en mi —. Y siempre seré la aspirante a escritora a su lado, vaya mierda.

—Esto traerá mucha publicidad, he recibido tres correos para que asistas a un par de programas de televisión y uno para una entrevista para la revista Hola —siguió él mientras yo cerraba la puerta del baño y me encargaba de mis necesidades, la noche anterior el despertar de toda mujer me había sorprendido y justo ahora sentía como me desangraba poco a poco.

Bañarme con agua caliente siempre es buena opción y más en días que no tenía ganas de sonreirle a la vida, había sido una idiotez hablar con él, pero como diría Ian, publicidad es publicidad, buena o mala, lo es, pero me estoy desangrando y solo pienso en que necesito un tampón, una toalla o lo que sea que haya en la farmacia; una pastilla para los cólicos; un café para el cansancio y un pan francés para el hambre. Ian ya debe tener la mayor parte preparada, por lo que en un grito me aseguro que sea un todo preparado.

Al salir quedó en la habitación con solo la toalla cubriéndome, me encuentro con las revistas en la cama, justo a lado hay un paquete de tampones y donde antes estaba Ian ahora está un carrito con el desayuno y lo mejor de todo, café. Procedí poniéndome uno de los tampones, no son mi cosa favorita pero el destino decidió que nacer mujer era lo mejor, así que quejándome demasiado me lo coloque.

Me quito la toalla y paso a servirme café en una de las blancas tazas del hotel, me lo preparo y me lo tomo mirando a mi alrededor, era una enorme habitación solo para mi; salí al balcón de la habitación y a menos que pasará un helicóptero nadie me vería como salí de la vagina de mi madre. Miraba la ciudad, escuchaba sus sonidos, olía sus olores y sentía su viento pasar por cada parte de mi cuerpo; había generado un extraño placer en estar completamente desnuda en cada hotel al que llegaba, era una extraña libertad que obtenía luego de todo.

Tenía que hacer una sesión de fotos a las cuatro y aun no me creía que esto estuviera pasando, puesto que mi estadía en esta ciudad solo se lo debía a la anécdota. Meses atrás, la editorial quería que renovara mi contrato y yo jugando dije que quería una gira promocional por Europa y Estados Unidos, todos entendieron que era chiste menos la editorial.

Y muy al estilo Franco Escamilla termine en Nueva York, con una cita para la revista Seventeen, una sesión de fotos para Vogue y comida a la habitación; por todo esto decidí que era hora de volver a adentro y comenzar el día.

Termine de desayunar, me vestí con ropa cómoda y bajamos al vestíbulo en el cual se encontraba una de las asistentes de la revista, el auto estaba afuera, pero como en días así no hay ni un sobre de suerte, nos encontramos con un montón de paparazzis afuera del hotel, entre golpes y empujones llegamos a la camioneta, casi siempre lanzaban preguntas al azar o pedían que les diera un minuto de mi tiempo.

Justo ahora ese minuto podía valerme cuatro meses de entrevistas programadas, así que con pena los ignoré, no es verdad, no me provocaba nada dejar plantados a un montón de gente que solo se quería beneficiar a base de los horrores que había tenido que sobrevivir.

Pero hasta entre quejas hay cosas bonitas, como dulces gratis en el camino y audífonos para evadir a las personas, cosa que use en ese momento, coloque mi lista de reproducción en aleatorio y mire por la ventana la ciudad pasar. Ver los edificios de Nueva York con Sasha Sloan de fondo me llevó a otra época, una donde había conocido la ciudad siendo otra persona, había llegado a dormir donde nunca pensé y hecho cosas de las que me arrepintiera de regreso a mi hogar en un avión a miles de kilómetros sobre el suelo.

De esa manera llegamos al edificio donde sería la sesión de fotos, en el cual los paparazzis también habían llegado ahí, como pude baje, pero antes de entrar alguno de ellos gritó algo que me hizo detenerme.

—¿Qué dijiste?

—¿Qué opinas de la noticia de Jason Lawrence siendo padre?

Y por primera vez en meses desee quedarme a responder preguntas.

Los caballos de marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora