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CAPÍTULO 4AÑO 480 DE LA ERA ANSARPUERTO GALLIARD-VILLA GAELANA

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CAPÍTULO 4
AÑO 480 DE LA ERA ANSAR
PUERTO GALLIARD-VILLA GAELANA

Robert Braun estaba agotado, lo único que quería era llegar, desembarcar e irse a tomar unas cervezas a su taberna preferida. Pero tenía muchas cosas que hacer y, sobre todo, pensar. Robert odiaba perderse en su mente porque sabía que le era muy difícil salir luego.

Se desperezó, pasó sus dedos por la larga barba, en un intento de desenredarla y luego bostezó mientras bajaba la tabla para así poder pisar al fin tierra firme. Había sido un largo viaje y casi sin descanso. Amaba estar en el océano, no sé quejaba de eso. Pero sentía que ya estaba demasiado viejo para las grandes aventuras que sabía que claramente vendrían.

Siempre había sido un hombre muy correcto, tal vez no es lo que se espera de un antiguo pirata de la Costa Las Estacas, pero al final había encontrado el rumbo junto a la embarcación que el Rey le había ofrecido.

Él era joven cuando el Rey ascendió al trono, tal vez hasta algo inexperto si se podía decir, y había logrado llegar a tener una relación muy cercana con él. Hasta le había, en contra de las decisiones de toda la Corte, ofrecido ser su Derecha. Nunca había deseado estar en las filas, mucho menos ser un caballero como su habilidosa sobrina. Él lo que más quería era una vida tranquila, no necesitaba grandes tierras o lujos, no buscaba herederos ni riquezas. Solo quería tener un lugar al cual volver cuando las cosas se pusieran difíciles.

Así que cuando la oferta llegó y él la rechazó, dio sus razones y los planes del Rey cambiaron. Le iba a dar su propio lugar en el agua. Y lo disfrutaba, de verdad lo hacía. Al fin y al cabo su amor era el mar y su devoción estaba en él.

Tampoco es que el Rey no sacaba provecho de su gusto por el mar, a él le beneficiaban las extraordinarias habilidades marítimas de Robert y juntos habían conquistado grandes canales y extensiones de costas.

Pero el rey Arthur I Ansar era un Rey bastante despiadado, prefería mucho más ir a la guerra que intentar solucionar las cosas de manera pacífica, y eso era algo que no compartían. Robert había estado envuelto en disputas que no le correspondía y por cosas que el ni siquiera consideraba apropiadas. Fue en ese entonces cuando el Rey consiguió una Derecha acorde a sus necesidades, un hombre no solo leal sino dispuesto a exterminar pueblos enteros para conquistar determinadas tierras.

Fue en ese momento que decidió que lo mejor era cortar los lazos de amistad para solo tenerlo comercialmente. Al Rey no le había molestado demasiado si de todas formas lo tenía bajo su mando. Desde ese entonces lo tiene de viaje en viaje, recogiendo caballeros en alguna isla, llevando esclavos de un sitio al otro, trasladando mercancías.

Pero cuando vio a esas dos criaturas supo que su mar y el Rey habían pasado a segundo plano. Ninguna tierra descubierta, ningún tesoro robado, nada se comparaba con el descubrimiento que habían hecho junto a sus hombres. Ahora podía decir que había vivido para conocer a las protagonistas de la profecía más esperaba. Robert no era tonto, conocía perfectamente la profecía de la nueva era, la conocía por historias y sobre todo, la conocía por la boca del mismísimo Rey.

LAS CRÓNICAS DE VERMITHORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora