𝗝𝗲𝗻𝗻𝘆 𝗮𝗻𝗱 𝘁𝗵𝗲 𝗯𝗲𝗮𝘀𝘁𝘀 | 𝗘𝗦𝗣𝗔Ñ𝗢𝗟

𝟭𝟰. ¿𝗖𝘂𝗮𝗹 𝗲𝘀 𝘁𝘂 𝗻𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲?

Jenny se despertó varias veces en medio de la noche para encontrarse abrazada por Simón. Ella lo empujaba un poco pero el sueño le ganaba. El proceso se repitió hasta que se vio obligada a usar Mestor como escudo de carne. Ella se había ido al otro lado después de la tercera vez que fue agredida por abrazos. No le disgustó necesariamente, pero la puso demasiado nerviosa para dormir.

A pesar de sus esfuerzos, Simón encontró su camino hacia ella y Jenny se rindió. Resignándose a una noche sin dormir,  sus ojos se encontraron con unos de color ámbar. Aunque Jenny acababa de renunciar a la idea de tener su cuerpo para sí misma, Mestor la ayudó. Desenrolló los brazos de Simón de su torso y gruñó. Simon salió bruscamente de su neblina de sueño y volvió a prestar toda su atención. Se intercambiaron palabras y Simón abandonó la cama. Se movió y se acurrucó cerca.

Jenny les agradeció a ambos, pero tenía un nuevo problema. Ahora solo estaban ella y Mestor. Técnicamente, Winston todavía estaba allí, pero era peludo y no le alteraba las hormonas. Deseaba poder decir que Mestor arregló todo, pero Jenny todavía sentía el abrazo de Simón.

Jenny no tenía ese tipo de experiencia y todo era nuevo para ella. La emocionaba y eso no la ayudaba. Todavía no había llegado a la parte de tener relaciones sexuales. Ahora que tenía tres hombres esperándola para sellar el trato, Jenny tuvo que pensar en cómo lograrlo. Ella realmente no quería hacer eso en este momento.

Eran las 03:34 según su reloj. Ni Mestor ni Winston hicieron comentarios al respecto, pero estaba segura de que Mestor sentía curiosidad por el reloj. Jenny trató de calmarse, pero su reloj seguía recordándole que estaba perdiendo el sueño. En algún momento después de las 04:30, Jenny finalmente se durmió.

Jenny se despertó tarde a la mañana siguiente y encontró su mano agarrando piel. Se apresuró a soltar a Winston y se disculpó. Rezó para que no se le arrancara ningún pelo. Winston se movió allí mismo y anunció su intención de cazar. Jenny captó una foto cercana y personal de algo que había preferido no ver. Gracias a Dios, Winston no la tenia tan grande como un oso, pero era lo suficientemente grande como para ser intimidante.

Jenny movió la cabeza hacia un lado y rápidamente estuvo de acuerdo con él. Winston la miró fijamente durante un rato antes de salir. Jenny se puso de pie, dejó que el rubor de sus mejillas se enfriara y fue a lavarse la suciedad de los ojos. Sintiéndose como un zombi, Jenny arrastró a su cansado yo fuera de la guarida. El río estaba más ocupado de lo habitual, pero Jenny no vio al caimán. Se desnudó hasta quedar en ropa interior y se fue a bañar.

Sabía que las tormentas comenzarían pronto y se lavó apresuradamente. Tenía cosas que hacer antes de que empezara a llover. Maldijo su poca falta de planificación. Había estado demasiado atrapada en la llegada de Winston que se descuido de muchas cosas. Jenny necesitaría cavar o hacer que uno de los machos cavara una zanja alrededor de su jardín para compensar el flujo de agua.

Lavándose rápidamente, Jenny decidió lavar su cabello lo más rápido que pudo. Honestamente, sentía la necesidad de cortarlo. En general, estaba bien hacerse algunas trenzas, pero ¿qué sentido tenía tener el cabello largo si todo lo que quería hacer era atarlo hacia atrás?

Mientras estaba perdida en sus pensamientos, Jenny no pudo ver a su extraño menos favorito acercándose a ella. A su favor, ella esperaba a medias este escenario. O al menos, no le sorprendió demasiado. Sus ojos se encontraron con unos verdes. Ella lo saludo y trató de despedir al aterrador caimán. Si volvía a ser humano, Jenny definitivamente le diría que ver a las mujeres bañarse no está bien.

Desafortunadamente, el caimán no obtuvo lo que pedía o no le importó. Jenny trató de darle una expresión terriblemente poco impresionada, pero pensó que tendría poco efecto. Para su sorpresa, el caimán se transformo. El caimán, de aspecto mucho más humano, levantó lentamente la cabeza fuera del agua.