9. Reencuentros agridulces

20 1 2
                                    

. . .

¿Por qué la vida suele ser tan incierta, y hasta cierto punto, injusta? A este punto de su vida, esa pregunta era imposible de contestar.

A este punto de la vida, el panorama no solía tener mucho sentido. ¿Por que la angustia fluía por todo su cuerpo? Tal vez podía pensar que era porque la sensación de estar en esa camioneta lujosa con personas tan conocidas resultaba en un ambiente incómodo. Quisiera haber pensado que era esa incertidumbre de volverse a reencontrar con todas esas personas que aportaron cosas significativas en el pasado.

Realmente, el corazón de Free de la Hoya, latía con una fuerza abrumadora, como si se le fuera a salir del pecho. Esas sensaciones eran algo desconocidas para el peli mostaza. A decir verdad, muy pocas veces había sentido emociones como el miedo o la incertidumbre, ya saben, confiaba tanto en sus talentos y habilidades que le era casi imposible perder. Así que si, todo era terriblemente desconocido para el.

Hace años que no veía a Valt, y al parecer, esos sentimientos que debieron hacer desaparecido con el pasar de los años solo se habían hecho muchísimo más fuertes. La sensación de volver a ver al chico que ama con tanta fuerza, era algo indescriptible.

Al parecer nadie experimentaba ninguna sensación similar por el hecho de reencontrarse con Valt. Esa creciente idea no lo hacía sentirse mejor.

La reacción de los demás era algo natural, todos tenían contacto recurrente con Valt, solamente se reunían despues de mucho tiempo para celebrar una ocasión especial. Después se todo, Free era el único que había cortado todo tipo de comunicación que pudiera existir entre Valt y el.

Esa idea hizo que una sensación que lo disgustaba se asentará en su pecho. ¿Valt pensara que era un hombre muy frío por haber dejado de contestar sus mensajes? ¿Pensará que es un desvergonzado por estar ahí presente después de todo lo que pasó?

Suspiro. Realmente todo era un enredo. Giro un poco la cabeza para ver por la ventana.

Viajar por aquellas carreteras resultaba inquietante. Todos charlaban entre sí en voz muy baja, de forma muy familiar. Casi parecía como si Free no encanjara aquí, como si el fuera ajeno a todas estas personas que solían ser sus amigos.

Sabía que Valt tenia demasiados amigos a parte de el, incluso había convivido con ellos a pesar de que realmente no era de su agrado socializar. Estar entre todo este enorme círculo de gente era algo que resultaba extraño para el, que ya no estaba acostumbrado a pasar el tiempo con tanta gente que lo conociera.

El viaje transcurrió en una agradable tranquilidad, Wakiya y Rantaro estaban sentados en los asientos del conductor y el copiloto mientras conversaban y se guiaban a través de la ruta para llegar a casa de Valt.

—¿Que demonios estas haciendo? Te dije que debíamos venir con el chofer—Susurro Wakiya con una evidente molestia, al parecer estaba algo irritado.

Rantiro soltó una risa nerviosa, mientras sus manos apretaban el volante. —Nunca había conducido tan lejos, cariño.—el rubio trato de aligerar el ambiente, estaba algo sofocado. —Tenme un poco más de fe. No nos vamos a perder, no seas extremista.

Wakiya gruñó, con un pequeño tic en el ojo. Frunció los labios mientras veía a su esposo. —Es la última vez que manejas un carro en mi presencia.

Rantaro suspiro mientras trataba de no  distraerse del camino. Esos dos eran como el agua y el aceite, tan diferentes que parecían no encajar.

Esa escencia. . . . no la reconozco ©Where stories live. Discover now