Capítulo 7

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Heracles Rosh.

Hago derrapar a mi bebé deteniendome justamente en el área acordada.

Las cuatro camionetas negras con mi gente se colocan frente a mi a los costados dejando a mi hermosos Lamborghini veneno lucirse.

El auto abre sus puertas y bajo de el justo cuando mi gente baja de las camionetas con las armas al pecho.

Me jodieron la tarde.

Estamos cerca de una de las bodegas donde se trabaja con mi mercancía. Es un lugar perfecto para acabar con la mierda italiana.

El auto azul se detiene frente a mi con dos camionetas al lado. Descanso en el capo de mi auto mientras el italiano se toma su tiempo para bajar del auto.

—¿Su gente?—Pregunto hacia Fernando. Mi hombre de seguridad.

Él me entrega mi bate con púas incrustado.

—Muertos. —Sonrio.—¿Que hacemos con los cuerpos?.

—Que algunos se los entreguen a los italianos cuando acabemos con él Don.

—Como digas.—Acomodo el bate entre mis piernas, haciendo que donde están las puas toque el suelo.

Suelto un suspiro sosteniendo el bate con ambas manos, coloco mi mentón sobre mis manos viendo el auto azul.

Se tarda demasiado.

Habitualmente suelo venir hacer esto con ropa mas cómoda, pero me tomaron desprevenido y ahora estoy usando un traje negro sin la chaqueta ni la corbata.

Nunca me han gustado las putas corbatas.

Los italianos bajan y muevo mi cabeza. Mi gente se pone firme y la puerta del auto azul se abre dejando ver al cabron que me a estado atormentando la ciudad.

Baja usando un traje negro y con el cabello hacia atrás perfectamente arreglado y no le falta la puta sonrisa arrogante.

—Heracles Rosh.—Saluda y muevo mi pie sin quitarle los ojos de encima.—¿O debo llamarte Bellum?
(Guerra).

—Luidic Mescano.—Miro al niñato que es el nuevo Don de la mafia italiana. Tomo un poco de aire antes de chasquear mi lengua.—Tus putos capos me estorban.

—Hablemos de negocios

—¿Negocios?—Ladeo mi cabeza.—¿Como carajos se negocia las violanciones a menores, los robos y las muertes que están causando?

—Somos una gran organización, sabes que no puedo controlarlos a todos.—Se defiende abriendo las manos.

Le sigo viendo, no es más que un mocoso de veinticuatro años que aprovecho la muerte de su padre para tomar su puesto.

—Tu padre lograba controlarlos, pero bueno, debo hablar de los antiguos capos. No del montón de mierda que pusiste apenas tomaste el puesto.—El niño me mira con el entrecejo fruncido.

—Aquellos vejestorios no servían. En cualquier momento iban a morir.—Tomo una gran cantidad de oxígeno poniéndome de pie y cambiando hacia él .—Tome una buena decisión al cambiarlos.

Peligrosa Atracción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora