Cabello nocturno

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Era agotador ser una organización, y más cuando los países ignoraban tu presencia. Ser la psicóloga encargada de los países era lo peor, todos pensaban que la salud mental se curaba por arte de magia, que todo iría bien si ignoraban sus emociones, pensamientos negativos y algunos hasta su propia felicidad.

Agradecía no estar enfocada solo en dar terapia, sino que también hacía investigaciones y pruebas psicológicas, aunque solo revisaba que todo fuera con normalidad. Era más papeleo que nada, pero mínimo hacia algo en su aburrida oficina.

Muy de vez en cuando llegaba algún país y normalmente eran problemas muy graves, como Weimar, el cual se despedía junto con uno de sus hermanos, quien lo había traído casi arrastras.

Al parecer las cosas no iban bien para el alemán desde que sus padres murieron.

— Muchas gracias señorita APA. — Dijo al salir del consultorio, siendo seguido por la mencionada.

— No hay de que Weimar. — Ajusto sus lentes, sonriendo al tímido país que temblaba con solo mirarlo. — Nos vemos la siguiente semana ¿Verdad?

El menor iba a contestar, pero Hungría se acerco para tomar al menor por detrás, haciendo que saltará y se alterará, casi tirando los lentes del tricolor, que solo se apresuró a tomarlos rápidamente.

— Tu tranquila APA, nos encargaremos de que esté irresponsable cumpla con venir cada semana.

— Si, eso espero. — Se aguantó las ganas de decirle al húngaro que no llamara así al menor, pero no debía meterse así, eso se tenía que tratar en la sesiones. — Por cierto, me gustaría que en unas 3 sesiones más tú y tus hermanos acompañaran a Weimar en la terapia. Aunque también depende de cómo avancemos.

— No hay problema, me asegurare de que todos tengan ese día libre. — Dijo feliz, sin darse cuenta de que sus movimientos de "cariño" hacia su hermano en realidad le lastimaban por tanto jaloneo. — Es hora de irnos, Mar.

El alemán asintió aún mareado, para después voltear a ver a la chica, despidiéndose con la mano, recibiendo la misma respuesta junto con una sonrisa.

Los veía marchar, notando como el hungaro hablaba, animando al alemán a hablar de igual forma. Esa familia era un desastre, pero se notaba que se esforzaban para ayudarse.

Suspiro cuando los vio desaparecer del pasillo. El edificio era grande como para que todos los países se reunieran, aunque casi nunca pasaba eso. Y, como siempre estaba solo, muchas organizaciones lo usaban como oficina.

Había escuchado que también estaba una organización que se encargaría de la paz en el mundo. Una tontería según su punto de vista.

Era inútil mantener la paz con unos países tan irresponsables, además de que los humanos eran propensos a estar en caos todo el tiempo. ¿Quien sería el imbécil encargado de ese trabajo tan absurdo?

— Hey, hola.

Se sobresalto al escuchar una voz justo a su lado. Volteo rápidamente en medio de un pequeño salto, mirando una cabellera azul indigo justo delante de ella, moviéndose lentamente por el leve movimiento que su dueña hacía, dando una ilusión como si flotara. Como si estuviera viendo el cielo en una noche despejada.

— ¿Lo has visto?

Parpadeo varias veces mientras regresaba a la realidad, notando los ojos del mismo tono de azul le miraban con intensidad.

— Perdón, me distraje un poco ¿Que decías? — Pregunto tratando de evitar ver tanto los ojos como el cabello de la chica. Sentía que volvería a perderse entre sus pensamientos si seguía así. — Y...y  ¿Cuál es tu nombre?

Pero era inevitable. La chicha hizo un sonido de sorpresa al inhalar aire, abriendo más sus ojos y haciendo que su largo y ondulado cabello se moviera tan sutilmente.

— Lo siento, no me presenté, y solo vine a hablarte como si te conociera. —Se veía preocupada y avergonzada. Tomó la mano de la psicóloga sin dudar un segundo, agitandola varias veces en forma de saludo. — Soy Sociedad de Naciones, o SDN, llámame como quieras.

— Y...yo soy APA. — Estaba demasiado nerviosa que apenas y recordaba que tenía que presentarse de igual forma, correspondiendo el apretón de manos de una manera más tranquila. — Mucho gusto.

— Ahora sí, escuché que el hermano de Weimar estaba aquí y quería hablar con él.

— Se fue hace unos minutos, creo que puedes alcanzar a Hungría si te das prisa. — Señalo por dónde se había ido el par hermanos, sintiéndose extraña cuando la mano de la otra chica se apartó repentinamente.

— No puede ser, pensé que era Austria. — Se lamento mirando con decepción hacia el pasillo, para después ver por dónde ella misma había llegado. — Supongo que tendré que esperar un poco más.

— Puede que venga la siguiente semana. — Hablo sin pensar al ver la tristeza en la joven mujer, que rápidamente cambio su semblante. — Weimar menciono que sus hermanos se turnarian para acompañarlo.

— Entonces ¿Puedo pasar a tu oficina la siguiente semana? — Preguntó con entusiasmo, acercándose a la de lentes, invadiendo por completo su espacio personal, tomando sus manos con alegría cuando está asintió. — ¡Muchas gracias! Eres tan linda por ayudarme.

— N...n...no hay problema. — Estaba haciendo un esfuerzo enorme para controlar lo que estuviera sintiendo, soltando el aire que no sabía que tenía hasta que la organización la soltó.

— Te compensare por ayudarme, en serio. Tal vez un café o algo para almorzar ¿O prefieres otra cosa?

Se había acomodado unos mechones de cabellos atrás de su oreja, tan delicadamente que fue imposible no admirar los aretes azules que quedaban perfectos con su cabello y ojos. Eso fue suficiente para romper su barrera.

— ¡Un café está bien! ¡Pero, mira la hora! ¡Tengo que terminar unos pendientes con urgencia! — Gritó con nervios y hablando tan rápido como para apenas entender la mitad de lo que decía. Abrió de nuevo la puerta de la oficina, casi cerrándola en cuanto estuvo dentro. — ¡Fu...fue un placer conocerte!

Y así cerró la puerta, sosteniendo su pecho por la fuerza de sus latidos, y sintiendo como su cara se ponía caliente en cuanto había sentido seguridad.

Esto era extraño, y más siendo la primera vez que lo sentía.

Un enamoramiento a primera vista.

Su vida sería más complicada ahora con tantas emociones.
























Tengo sueño. Después aclarare todo, solo déjenme por aquí si tienen dudas sobre esta pareja que no tiene sentido pero se me hizo bonita.

vale madre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora