Un Relato Aburrido

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Era principio de otoño, el viento fresco golpeaba de tanto en tanto el rostro sereno e inexpresivo de Ariana, quien parecía a simple vista dejarse llevar por tanta calma en ese paraje rural.

Caminando sobre la ladera pedregosa y algo abandonada en las afueras del pueblito pintoresco que dejara a sus espaldas, cada paso era contado con el sonido del rebote de sus botas contra el suelo, en lo que dejaba caer la cabeza hacia atrás permitiendo soltar su larga cabellera añilada de negro, resaltando su blanca e inmaculada piel mientras cerraba los ojos y abría los brazos de par en par como dando la bienvenida a la nada.

Su caminar era algo coqueto y en exceso despreocupado, fácilmente podría suscitar al más deshonesto por no decir execrable de los comportamientos en algún transeúnte que decidiera propasarse, sin embargo, ella siguió adelante, con la chaqueta abierta en el frente mientras avanzaba hasta llegar a una estructura baja que se erguía de un lado y del otro se disponía el principio de una eminencia rocosa que parecía estar deshabitada y quizás más adelante una hondonada se disponía misteriosa.

Paró en seco su andar, abriendo ampliamente los ojos, a la par que bajo los brazos hasta dejarlos colgados, flojos de cada lado.

Aquella edificación resultó ser la entrada añeja a alguna finca olvidada que si bien presentaba paredes de ladrillo visto y una puerta carcomida sostenida a duras penas por una viga de madera robusta, nada de eso llamo la atención de Ariana, quien consciente de la situación, no desvió la mirada de donde una figura neblinosa reposaba sobre el techo de piedra.

La "criatura de humo" asemejaba a una especie de reptil humanoide con miembros visibles y escamosos por debajo de esa estela nebulosa que era su torso y que dejaba al descubierto un par de ojos rojos incandescente, esta saltó al encuentro de la intrusa nada más percatarse de haber sido descubierta.

Ariana esquivó velozmente ese ataque dando una pirueta en el aire y apena sus pies hubieron rozado el suelo, sus manos se agitaron ejecutando los movimientos propios que su aquelarre le había inculcado a temprana edad, como toda la bruja elemental que era.

Lanzó un hechizo poderoso a aquel ente enemigo empleando todo el histrionismo que el acto ameritaba, mientras una sonrisa ladina se asomó tímida en las comisuras de sus labios; advirtió de inmediato que no estaba sola, ya que en derredor más de aquellas criaturas infernales se arremolinaban aproximándose, pero lejos de mostrar pánico, Ariana ensanchó el gesto hasta formar una mueca de dicha, puesto que no solo era una bruja sino también una cazadora de sombras, la elegida del clan Sinclair.

—¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! — La joven aventó con saña el almohadón que estuviese abrazando, interrumpiendo el relato de Iván

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—¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! — La joven aventó con saña el almohadón que estuviese abrazando, interrumpiendo el relato de Iván

— ¿Qué pasa? — preguntó sorprendido, luego de salvaguardar la integridad de su cara con un brazo.

— ¿Qué relato tan absurdo y ridículamente pretenciosos es ese? — Ariana se sentó en el sofá sin intenciones de aplacar su aparente molestia.

— Pensé que querías escuchar un relato de fantasía, uno sobre brujas, vampiros y cosas parecidas — Iván se justificó dejando a un lado el teléfono desde donde leía.

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