Capítulo Doce, Parte 1.

20 2 0
                                    

—Iris, tenemos que irnos.

—¿Qué pasa? ¿A que te refieres?

—Es sobre Carlos.

—¿Y qué tiene eso?

—Está afuera.

Sentí como mi cuerpo se paralizó. Cada pesadilla, miedo, angustia que Carlos me provocaba y creía que había superado, volvieron y se apoderaron de mí por completo.
¿Cómo le fue posible a Carlos encontrarnos si nadie nunca le dijo siquiera que nos habíamos ido de la cuidad? ¿Acaso alguien confesó dónde estábamos?
No tenía idea de como lo descubrió, pero eso ya no importaba, porque Josué y yo debíamos irnos lo antes posible.

—¿Qué hacemos? —le pregunté preocupada.

—No lo sé. Déjame pensar.

—¿Y?

—Espérate, Iris. Apenas van diez segundos.

—Pues, piensa más rápido. Si dices que el tipo está afuera, es porque piensa hacer algo. —Me senté en el sillón y cubrí mi rostro. —No puede ser cierto. Todo estaba tan bien.

—Llamaré a mis papás, ¿si? Tal vez ellos puedan ayudarnos.

Josué se apresuró a llamarle a mis papás. El teléfono lo mandaba al buzón y lo estaba desesperando. Le dije que no se alterara y le pasé mi celular. A los segundos de entrar el tono, respondieron. Me quedé sentada en el sillón, expectante por lo que pasaba. Estaba asustada, pero a la vez no quería saber nada ni hacer nada. El recuerdo de Carlos me tría tanto terror, que en ese momento prefería meterme debajo de las cobijas y nunca salir. Josué nunca permitiría que hiciera algo así. Él era el que más odiaba verme afectada por Carlos.
Pensé en llamarte después de que Josué terminara la llamada, pero lo lo hice. Quería involucrarte lo más mínimo en el tema de mi ex. No podía ponerte en peligro a ti. No después de todo lo bueno que estaba pasando entre nosotros. Sí Carlos llegaba a hacerte algo, jamás me lo perdonaría.

—Ya hablé con ellos. —Me devolvió el teléfono. —Dijeron que llegarán en unos dos días, en lo que preparan el coche y piden permiso en su trabajo. Es lo más pronto que pueden. Dijeron que nos quedemos aquí por hoy. Que esperemos hasta que se vaya. Si es que lo hace.

—Está bien, ¿tú... crees que se irá?

—Conociéndolo, lo dudo. Pero, quien sabe.

Josué se sentó a mi lado y ma abrazó tratando de consolarme. Ninguno de los dos estábamos exageradamente alarmados. El tema de Carlos era algo a lo que en mala manera nos habíamos acostumbrado. No me sorprendía, pero el miedo se había combinado con el cansancio y solo quería convencerme de que no me importaba.
Ya no sentía nada por él. Ya no podía manipularme. Pero si podía lastimarme a través de las personas que  amo. Eso era lo último que le quedaba.

Revisé mi celular cada tanto para ver si había algún mensaje tuyo, pero la bandeja estaba vacía.
Solo habían pasado tres días desde la ultima vez que nos vimos. Al siguiente día tenía que ir a clases. Josué y yo solo lo ignoramos y tratamos de no hacer mucho ruido dentro de la casa. Al dar las siete de la tarde, Carlos ya no estaba. Para asegurarnos, nos esperamos un poco más de tiempo antes de salir.

—Abre la puerta.

—Ábrela tú. Tú eres el hombre.

Josué se acercó y tomó la manija de la puerta. La abrió lentamente. Pensamos que ya no había nadie, pero una silueta se estaba asomando. Corrí rápidamente a esconderme.

—Pasa. Iris tienes muchas ganas de verte.

Salí avergonzada de mi escondite. Me dieron ganas de reír. Pero tú te reíste primero. Me apresuré a donde estabas y cerré la puerta detrás de ti tan rápido como pude.

Ya que estabas ahí, era el momento perfecto para contarte de Carlos.

—Ven, siéntate. —Tomé tu mano. —No sé si alguna vez te hablé de mi ex medio... ya sabes.

—Mhm... tal vez.

—Bueno, pues él está aquí, en Guadalajara. Aún no sabemos cómo encontró nuestra dirección. Pero estamos preocupados y posiblemente tendremos que mudarnos. Yo tengo miedo.

Tu expresión alegre cambió drásticamente a una seria, con una pizca de rabia.
Josué dejó pasar a alguien, era Victoria. Te sacudiste un poco la cabeza.

—¿Ya le dijeron a alguien?

—Si, a mis papás.

—Hola, Vic —Saludé con un beso.

Victoria se sentó a mi lado y continuamos con la conversación. La veía muy preocupada. Me decía que le partía el corazón ver a Josué tan angustiado por mi, que quería ayudarme en esta situación, que no estaba sola.

—Vendrán pronto. Espero que podamos revolver todo esto —Cruzó los brazos —, sino tendremos que irnos a otra cuidad.

 Crush On U〃Ricardo Alcaraz ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora