7.

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A pesar de tener la pantalla grande frente a mí, no podía concentrarme en nada más que en el chico sentado a mi lado. Las luces que proyectaba la película le iluminaban el rostro de vez en cuando. Asumía que era divertida, ya que, solía reír cada ciertos momentos.
Tragué en seco y traté de no parecer una psicópata, desviando mi mirada a la pantalla grande. Pero no me podían culpar, mi acompañante me tenía loca y eso que era nuestra tercera cita.
Supongo que el hecho de que ni siquiera me haya tomado de la mano me tenía tan necesitada de un poco de contacto físico. De tocar su suave piel pálida. Tocar los risos dorados de su cabello. Apretar las marcas alrededor de sus labios cuando sonreía... Masturbarlo quizás.

-Mierda- susurré para mí misma, apretando mis muslos.

Que jodida pervertida. ¿Quién se excitaba en pleno cine con una bendita película para reír? Pues sólo una pervertida.

-¿Está muy aburrida?- me susurra al oído. Casi gimo al sentir su calido aliento chocar contra mi oreja.

-No, me tiene atrapada- susurré de vuelta, chocando miradas. Sus rosados labios a centímetros de los míos.

-Ni siquiera has mirado la pantalla más de diez segundos- rió levemente.

Me encogí en mi asiento, sintiendome culpable. El todo tierno, queriendo compartir un momento agradable conmigo, y yo toda caliente pensando en manosearlo aquí mismo... ¿Sería eso un problema?

-Es que... he estado pensando en otra cosa- vuelvo a susurrarle, esta vez en su oído, procurando soplar un poco en su cuello.

Pude sentir como subía un escalofrío por su cuerpo y, gracias a la luz de la película, noté la piel de gallina en sus brazos.

-¿En qué?- sus ojos azules reflejaban nerviosismo pero, a la vez, curiosidad.

-¿Confías en mí?- pregunte antes que nada.

-Claro... ¿por qué no hacerlo?

Porque nos hemos visto pocas veces y no sabes lo retorcida que soy, quise decirle, pero sólo pude sonreír.

-Entonces, disfruta mientras sigues viendo la peli- murmuré, dirigiendo su cabeza hacia el frente y poniendo una mano en su muslo-. Mira la película. Tu vista sólo debe estar en la pantalla.

Escuché un suspiro tembloroso y eso me alentó a seguir con mi malicioso plan.

Mi mano seguía en su pierna, esta vez acariciando de arriba hacia abajo, lentamente. Mis largas uñas de pronto trazaban un suave camino por sobre los pantalones, e iba subiendo progresivamente hasta llegar a su bragueta.

-¿Q-qué estás...-?

-Vista al frente- bufé.

Me hizo caso y yo renaudé mis caricias. Acariciaba de un lado a otro por sobre su ya semi dura entrepierna. Mordí mi labio para no dejar salir un gemido de mera satisfacción al tenerlo al fin dispuesto a ser tocado por mí.
Con una destresa que había adquirido con los años, abrí sus pantalones con una mano, mientras que con la otra tomaba un trago de mi refresco. Agradecía que estabamos sentados al último.
Ahogue mi sorpresa al notar que debajo de sus jeans no llevaba ropa interior.

-Vaya sorpresa- susurré.

-Es para más comodidad, lo juro- dijo sin mirarme, obediente.

-Sácatelo- susurré en su oreja, viendo como dudaba, pero finalmente tomaba su pene y lo sacaba de su pantalon.

Grande, duro y húmedo. Justo como me gustaban. Se me hizo agua la boca, pero, por cuestiones de seguridad, sólo ocuparía mis manos.

-Por favor, alguien nos puede ver- susurró.

Quite la mano de su pierna y envolví su polla, dandole un leve apretón a su glande, haciendo que respingara.

-Pero si la película está muy buena, nadie nos notará- ronroneé, dandole una pequeña lamida a su mandíbula.

Levanté mi mano y la puse frente a sus labios, le indiqué con la cabeza y él supo de inmediato a lo que me refería, así que, con mucha cautela escupió en mi palma.

-Buen chico.

Volví mi atención a su desesperada polla y comencé a masturbarlo como tanto había soñado. Mi mano subía y bajaba por su duro falo, sintiendo sus venas y su calidez. Sentirlo estremecerse y acallar sus suspiros me hacía sentir increíble. Casi apostaba que podía llegar a mi propio clímax con tan sólo tocarlo y hacerlo venir.
Me incliné hacia el y comencé a besar su cuello, mi mano por su parte seguía subiendo y bajando. Esta vez, con ayuda de mi otra mano, me concentré en su glande, frotandolo lentamente con la palma. Bajé hasta sus bolas y les di una leve palmada. El ruido de la película acalló el sonido. Tomé sus bolas y comencé a estimularlas, tiré de ellas con delicadeza, a veces dandole pequeñas palmadas, notando que le gustaba aquello. Retomando lo anterior, envolví su pene con amabas manos y volví a masturbarlo, pero esta vez mucho más rápido, haciendo que se removiera en su asiento, desesperado. Puso su mano sobre las mías, tratando de pararme, pero yo seguí.

-No- susurró.

Mis dos manos por su parte se movían de arriba hacia abajo, en círculos y una después de la otra, no dejando que ninguna parte de su polla se quedara sin atención. Cuando noté pequeños espamos, aceleré más mis movimientos. Pude ver como cerraba sus ojos y echaba su cabeza hacia atrás. Su boca abierta y ambas manos aferradas al asiento. Sus caderas subía y bajaban al son de mis manos, follandose a si mismo a la vez.

-Tan bueno- susurré.

-Mmgh... - gimió bajo-... Me vengo- me miró a los ojos-. No pares, no pares.

Sus caderas se movían violentamente y sospechaba que no le importaba que la silla comenzara a rechinar ante sus movimientos desesperados. Una vez más abrió su boca y, mirandome a los ojos, se corrió en su vientre. Chorros largos de semen caían sobre su camiseta, manchandola hasta el pecho.

-Ah- gimió alto ante el último espamo, y con ello las luces de la sala se encendieron, indicando que la película había terminado.

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