2] Un encuentro inesperado

143 48 19
                                    

Uno de los hombres no dejaba de moverse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Uno de los hombres no dejaba de moverse. Celeste escupió la sangre que empezaba a acumularse en su boca y suspiró.

-La tenemos, ¿por qué no la matamos y ya? -preguntó el hombre, bajo y enjuto, que no paraba de moverse.

-No nos han enviado para matarla -aseguró el hombre que estaba sentado frente a la hoguera. Era más alto y más fuerte que su compañero y parecía menos neurótico.

-Es peligrosa -dijo una mujer que descansaba junto a él, mientras miraba el estrellado cielo que los cubría.

-Igual que tú, Valeria -dijo el hombre sentado frente a la hoguera.

-No tendrás miedo de una mujer pequeña y hermosa, ¿verdad Bruno? -La mujer sonrió maliciosamente y miró a su compañero.

-Por supuesto que sí -afirmó Bruno devolviéndole la sonrisa-. No hay nada más peligroso.

Celeste suspiró de nuevo y puso los ojos en blanco. "Ya empiezan otra vez con su jueguecito".

-Podéis dejaros de tonterías, ya habéis visto lo que les hizo a los demás -insistió el hombrecillo nervioso.

-Cálmate, Daniel -le pidió Bruno-. Está atada y pesa cincuenta quilos, ¿te crees que puede hacernos algo a nosotros? Incluso tú pesas más que ella.

-No deberías subestimarla -dijo Daniel, mirando a Celeste-. La he visto hacer cosas...

-¡Cállate de una vez, Dani! -le exigió Valeria-. Y siéntate con nosotros.

-No quiero -le espetó Daniel-. Estoy nervioso.

-Eso ya lo vemos -dijo Bruno-. Pero de una forma u otra tendrás que calmarte. Vamos a pasar aquí la noche, así que...

-¡Aquí! -exclamó Daniel asustado-. No podemos quedarnos aquí.

-¿Por qué no? -preguntó Valeria con curiosidad.

-¿Y si alguien intenta encontrarla?

-¿Y quién querría encontrarla? -preguntó Valeria tras emitir una sonora carcajada-. Ella es una paria, una salvaje, igual que nosotros.

-Pero y si nos cruza...

-Nadie vendrá a rescatarla -sentenció Bruno-. Ahora siéntate y cállate de una puta vez.

Daniel negó con la cabeza y se alejó de allí con frustración.

-¡Espera, Daniel! -le pidió Valeria-. No vayas tú solo, podrías hacerte daño.

Pero Daniel no la escuchó; se internó en el bosque que se extendía hacia el oeste y no miró atrás.

-Deberíamos ir a buscarlo.

-¿Y dejar sola a nuestra amiga? -preguntó Bruno incrédulo-. Creo que no.

Bruno la miró con lascivia y Valeria sonrió. Entonces, se besaron y desataron la pasión delante de la hoguera. Celeste miró el cielo y suspiró de nuevo.

Crónicas del Apocalipsis: El Despertar de las AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora