Obsesiones pelirrojas [✓]

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Jason

Era fácil ajustar las cosas para que salieran tal cual las quisieras y pareciera accidental. Papá siempre repetía lo importante que era para los demás creer en las coincidencias y para nosotros tenerlo todo controlado.

Aunque a veces no tenía en cuenta ciertos factores que creaban un ambiente agrio en lo que intentaste que fuera solo dulce.

Ahora hervía de la ira.

La puerta se cerró y yo seguía frente al mostrador, la sonrisa que sostenía se fue desvaneciendo lentamente hasta que no quedó ni rastro de ella. Viktor me miró con cierto miedo que atisbé por detrás de su iris oscuro. Sabía que vi lo que hizo y que estaba a nada de explotar.

—Jefe... —pronunció a modo de saludo, su voz tembló.

—No sabía que así era tu atención al cliente —declaré. Jugué con varios volantes que descansaban en la superficie, separadores de libros y poco más.

Esperé a que dijera algo que lograse calmar el fuego que ya ardía en mi interior, aunque sabía que nada de eso tenía solución. Me gustaba ver la forma en que se quemaban la cabeza pensando que podían reparar algo que ya estaba irremediablemente roto, como la angustia y el miedo intervenían en las facciones de sus rostros, el ligero temblar de sus cuerpos.

—Viktor, ¿te digo una cosa? —Alcé una ceja junto con mi mirada, poniendo todo mi esfuerzo para reflejar todo lo que sucede en mi interior. Y sabía el miedo que me tenía, ese que le hacía asentir y tragar grueso—. Bien. —Me erguí dejando los separadores en su sitio—, vas a tomar todas tus cosas en menos de diez segundos, te vas a dirigir a esa puerta y saldrás para no volver nunca más, ¿entendido? Y si llego a saber que, de casualidad, vuelves a acercarte aquí o a esa chica, tendrás consecuencias.

Viktor asintió como un perrito obediente, apenas me giré comenzó a juntar todas sus cosas con desesperación. Al momento en que yo llegué a la puerta él pasó por delante, sujetando con dificultar su saco, un cuaderno y su mochila. Varias hojas volaron por la acera mientras cerraba la biblioteca.