Dulce tragedia.

Tercer testimonio: Amor

No sé como empezar esto. Es como un túnel y no acaba nunca, el sentimiento de arriesgar la vida jugando a la ruleta rusa, podría emborracharme con tal de no sentirlo o drogarme, pero no.

El punto es que no encuentro salida al problema, y no es una excusa, realmente he tratado tantas cosas, mi vida esta sujeta de un hilo y ese hilo son mis pensamientos. Cada intento falla, y es que esto realmente no tiene solución, seguro conocen estos sentimientos, esta angustia, este miedo.

El camino correcto no existe en esta vida, hay tantas opciones por elegir y siento que ninguna es la correcta.

Tener miedo de perder a la persona que amas, sé que ahora me entienden. Va más allá de la dependencia por el otro, más allá de la libertad individual y el sentido de pertenencia. Todos piensan que el amor es lindo, esperan el momento para casarse, tener hijos, crear una familia con la persona que aman, piensan que solo se trata de buenos momentos y sexo, pero están demasiado equivocados, el amor muerde, al amor hiere, el amor mata. 

Puede costar tu integridad mental y tu integridad física cuando se lleva a un extremo, todos sufrimos a causa de este tan "hermoso" sentimiento. He escuchado decir que el amor todo lo soluciona, y como el amor muerde, yo también muerdo.

Sé que nunca fui una buena pareja y es que ¿Quién realmente lo es?, ¿Cómo saber si lo estás haciendo bien?, la comunicación dicen que es una buena opción en este juego, tolerancia, respeto, y otras actitudes para que la relación funcione. Si algo aprendí de las relaciones es que aún cuando se ama, no hay que entregar todo, porque muchas veces acabas perdiéndote a ti mismo, perder tus ideales, pero yo soy una persona muy dependiente, al menos así era hasta que tuve que cambiar gracias al dolor, aprender a salir de los problemas solo, levantarme solo, ya poco me importan los demás, sigo enamorado, pero no es como antes y ¿cómo iba a ser como antes si las cosas siempre cambian?, las personas cambian, las situaciones cambian.

Llegó el momento en toda relación en donde hay una tercera persona en medio, soy consciente de que esta personas es MÁS todo que yo, más guapo, más gentil, más atento, en fin, mejor que yo en muchos aspectos y no era nada más ni nada menos que el ex de mi pareja. Llegó diciendo que lo amaba, que no podía olvidarle y un montón de cosas que ya se imaginan, pero con el estúpido pretexto de "solo quería decirlo". Mi novio me lo contó con total tranquilidad y asombro, pero sabía que había algo más que eso, sabía que no era solo eso, sabía que algo andaba mal.

Pasaron los días y a pesar de que le dije que no quería que estuvieran en contacto, forjaron una especie de "amistad", permití eso como el tonto que siempre fui, pero los días seguían pasando y yo estaba quedando atrás, aunque me dijera que no, así era, así lo sentía y él no sentía lo que yo, no era capaz de comprender estos sentimientos.

La angustia y el tormento me invadía, me dolía mirarlo, estaba forjando resentimiento por su estúpido concepto de libertad que ahora estaba torturándome. Cada vez que me enojaba porque hablaban o se abrazaban, tocaban y se lo hacía notar él decía que yo era un egoísta, que no lo dejaba tener amigos, que limitaba su libertad y eso le pasaba a llevar su integridad intelectual. Terco como una cabra y firme en su postura como si tuviera siempre la razón, solo me limitaba a acatar lo que decía y retractarme de mis palabras, claro que lo negaba en mi interior, apretando la mandíbula y empuñando firme mis manos dejaba de molestarlo.

Claramente él y yo eramos demasiado diferentes como para llegar a un acuerdo y menos en esta situación, no podía hacer nada y él no hacía nada más seguir acercándose a a su ex. La múltiple rutina inusual que invadía mis días pacíficos tenía nombre, yo enloquecía y el reía con otro.

Los problemas aumentaron, ya sea por mi o por causa de su ex, mi pareja y yo cada vez nos soportábamos menos, era verdad que lo amaba y es que si no, no hubiese soportado perder tanto tiempo en peleas y ya me habría largado con algún mejor partido, pero él insistía en que yo solo pensaba en mi mismo tratando de someterlo a mis deseos egoístas.