XXII

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Me gustan las estrellas.
Y la noche, en general.

Aún recuerdo cuando las vi apoyada en tu hombro.
Y vi una fugaz, y me dijiste que pidiese un deseo.

El deseo eras tú, claro está.

Y me gustan las estrellas.
Aunque me hayan engañado.

Porque te tuve durante un momento, un instante;
te tuve los segundos que se tarda en separar los brazos para dar un abrazo,
porque al intentar abrazarte,
te esfumaste.

Después de eso me di cuenta de que me gustaban todavía más las estrellas.

Porque son unas mentirosas al hacer creer en los deseos.

Mentirosas como yo,
porque desde que te esfumaste,
ahora sólo miento.

Entre líneas torcidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora