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2021 pintaba bien desde el principio. La librería iba viento en popa, estando bastante más ocupada por las tardes, entre clubs y compras habituales, que por las mañanas. Si no fuera por tener que encargarme de los camiones con las entregas, habría empezado a abrir solo por las tardes para aprovechar las mañanas.

Cuando me aburría en la tienda, aproveché para escribir. No era una novela al uso, sino un libro de memorias. Tampoco es que yo fuera alguien muy importante y alguien quisiera leerlas, pero cuando iba al psicólogo, me recomendaba que escribiera, aunque no sé si se refería a esto.

Así, en un intento por poner todos mis recuerdos a buen recaudo, estaba redactando mi vida y todo lo que me llevó a ser quien era entonces.

—¿Algún día me dejarás leerlo? —murmuró mi novio, echando un vistazo cuidadoso desde el lado.

—¿Quieres leer toda mi historia con Carles?

Se encogió de hombros.

—Quiero leer tu historia. —Pero hablaba con cautela, ni siquiera él se creía que no le importaba—. Si él está dentro de ella..., ¿qué se le va a hacer?

—No quiero que sufras sin motivo. —Pasé los brazos por su cintura, recreándome en cada centímetro de piel que lograba captar, a pesar de seguir en invierno—. Y no te va a hacer bien leer cómo le quería, sobre todo cuando tú y yo éramos solo amigos.

Suspiró y asintió, agarrando mis manos para que no se apartaran de su cuerpo.

—¿A ti te hace bien escribirlo?

Era una pregunta complicada que requería una respuesta con muchos matices. No sabía si todos los detalles le gustarían, pero él siempre me había apoyado mucho con todo eso y nunca parecía tener problemas de egos de a quién había querido más.

—A veces tengo la sensación de que los recuerdos se me escapan entre las manos. Que de aquí a unos años no voy a acordarme de Carles, de lo que éramos, de cómo me hacía sentir. —Aparté la mirada y traté de zafarme, pero él nos separó lo justo para que lo mirara.

—Deja de tratarme como si fuera de cristal. Te recuerdo que os vi empezar a salir y me gustabas y no era correspondido. No hay nada peor que eso.

—Ahora te quiero —recordé.

—Lo sé —susurró con dulzura—. Y confío en ti, sé que no empezarías nada con nadie sin haber aparcado lo de Carles antes. Si sientes que es lo que tienes que hacer, escribe tu historia y deja por escrito lo que fue para ti.

Retuve aire en mis pulmones, sintiéndome, un día más, el más afortunado del mundo.

—No te merezco, que lo sepas. —Me estiré para que nuestras narices se rozaran.

Sonrió y movió la cabeza para besarme.

—Cariño, nos merecemos el uno al otro. Escríbelo en esa historia tuya las veces que hagan falta.

Y eso hice, cada vez que un gesto suyo me lo recordaba.

Mi treinta cumpleaños parecía ser algo muy importante para todo mi entorno salvo para mí. Estaba todo el mundo demasiado emocionado con celebrar mi cambio de década con la mejor de las fiestas. Agoney no participaba mucho en las conversaciones que se dieron las semanas previas, siempre pendiente de mí, pero cuando yo me iba, sí aportaba.

Yo recordé al aire una y mil veces que solo necesitaba una comida con la gente que me importaba y pasar el resto del fin de semana en la cama con mi novio. El resto estaban en contra, porque se morían de ganas de una fiesta, porque según Marcos era una fecha para no olvidar. Agoney intentaba mediar, pero no conseguía demasiado. Como máximo, que fuéramos menos de los que mis amigos esperaban.

Dos amores, una vida-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora