ALFONSO
Teníamos un plan. Nos llevó cuatro horas dar con él, pero por fin teníamos uno. Claro que, parte de ese tiempo se perdió mientras esperábamos a mi prima
Lexi porque Polly había decidido que necesitábamos refuerzos.—Eres un cerdo asqueroso, ¿lo sabías? —me dijo Lexi tras haberse comido la explicación de por qué la necesitábamos allí.
Normalmente no dejaba que nadie se fuera de rositas tras haberme hablado de esa forma, pero esta situación era distinta. Aunque no lo hubiera sido, uno debía saber elegir bien sus batallas con mi prima.
Para el ojo público, Alexis Mavis era una perspicaz mujer de negocios que se ganaba el respeto por igual de hombres y mujeres entre la crème de la crème de la sociedad. Pero para aquellos que la conocíamos mejor, seguía siendo aquella marimacho que escalaba árboles y se revolcaba en arroyos de agua sucia con su mejor ropa blanca de domingo y su idea de atrapar un sapo. Decía lo que se le pasaba por la mente sin filtro ninguno y se la sudaba si a la gente le gustaba o no.—Sí que lo soy —concedí, porque era verdad, pero también era irrelevante en ese momento
—.En cualquier caso, ya no es así. Yo la quiero y ella me quiere, y ahora mismo está ahí sentada con su padre, reticente a que me vaya porque no quiere pasar por toda esta mi*erda sola. Ni yo tampoco quiero que lo haga. Ahora bien, ¿nos vas a ayudar o no?
—Sí —finalmente accedió, y luego me lanzó su característica mirada de mala leche
—. Pero lo haré solo por ella, porque está claro que tú te aprovechaste de la situación. No se merece caer en la desgracia por algo de lo que tú eres igual de culpable, incitador.Me parecía bien aquello, porque tenía razón.
Fue a Lexi a la que en realidad se le ocurrió el ingenioso plan. Yo no tuve ninguna contribución que hacer porque no podía quitarme de la cabeza el pensamiento de que Anahí llevaba bragas. Era un descarado desacato a mi norma, un golpe bajo, y tenía que ser castigada... pronto. Me moría de ganas.
—Vale, equipo, salgamos de aquí y traigámonos a casa la victoria —dijo Dez. Pero cuando hice el amago de salir de la habitación, ella me bloqueó el camino. Se había plantado en la cara esa mirada toda intimidatoria
—.Tú y yo todavía tenemos una pequeña charla pendiente, ¿no crees?
Puede que estuviera un poco asustado, porque Dez parecía que se hubiera comido en su día la cabeza de uno o dos guardias de prisión tras habérselos
Fo*llado al puro estilo mantis. Además, Lexi estaba preparada para intervenir también.—¿Puede esperar? No quiero pasar ni un momento más separado de Any.
—Ay, mira que eres dulce —dijo con un tono azucarado. No caí en la trampa porque era un tipo listo.
Dez entrecerró los ojos
—.No, no puede esperar.
Le hiciste daño. No me importa quién seas o el dinero que tengas, no deberías tener permitido irte de rositas solo por eso. Pero Any te quiere, así que
tengo las manos atadas.—Se adentró en mi espacio personal y se acercó hasta que nuestras narices casi se tocaron
—.Pero hazla llorar otra vez y le prenderé fuego a tus huevos.
Escuché el clic de un mechero y bajé la mirada de inmediato para ver que de alguna manera se las había apañado para sacarme mi pu*to mechero del bolsillo y utilizarlo para marcarse un tanto a su favor. Pegué un bote hacia atrás y agarré a mis chicos para asegurarme de que estuvieran bien. Dez se rió a la vez que cerraba la tapa del mechero y me lo plantaba en el pecho.—¡Deberías haberte visto la cara! —Dez se giró y chocó los cinco con Lexi, alias: mi prima traidora.
Obviamente la sangre no te unía más. Pese a eso, estaba feliz de que Any tuviera a alguien más que luchara con uñas y dientes para protegerla.
Por fin conseguimos salir de la oficina de Daniel, e íbamos de camino a la habitación de Marichelo cuando Dez se puso a la altura de Lexi y entrelazó el brazo con ella.—Así que... agente deportiva, ¿eh? Debes de tener un montón de contactos. ¿Hay alguna posibilidad de que me puedas colar en el vestuario de los Gators? Es mi sueño desde que era una cría. Vale, no es cierto, pero ¿hola? Vestuario, hombretones muy machos, desnudez... muy lo mío.
Lexi se rió entre dientes.
—¿De verdad me lo preguntas? Todos esos chicos universitarios piensan que son la siguiente superestrella, así que normalmente están como locos porque vaya a su vestuario. Y para que lo sepas, no tienen vergüenza, pero sí que tienen toallas enanas y diminutas. Así que sí, puedo colarte. Deberíamos planearlo para un finde.
Dez se cubrió la boca con las manos y ahogó un grito
.—Cierra esa boca sucia y gua*rrilla que tienes.
—Nanai —se rió Lexi—. A Brad no le hace gracia que vaya sin él. Y no porque sea inseguro, sino porque sabe que estarán mirando embobados a lo que le pertenece y es un niño egoísta al que no le gusta compartir sus juguetes. Aunque no importa, porque él no me dice lo que puedo o no puedo hacer. ¿Sabes qué? Como me caes muy bien y demás, lo voy a preparar todo y te llamo. El viaje entero correrá de mi parte.
—Alexis Mavis, desde lo más hondo de mi pu*to corazón, quiero un hijo tuyo —dijo Dez, completamente en serio
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Un millón de placeres culpables |Anahi y Alfonso|
RomanceUn millón de placeres culpables es la segunda parte de: un millón de deseos inconfesables una novela de C.L. Parker