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Capítulo 4: Provocaciones

Moa y Momoko se acomodaron en el amplio sofá de la sala de estar, el cuero suave y los cojines mullidos ofreciéndoles un espacio acogedor y relajante. Moa se deslizó con gracia junto a Momoko, posicionándose del lado izquierdo, tan cerca que sus cuerpos se rozaban con una naturalidad provocativa. El calor que emanaba de la amante de los koalas se filtraba a través de la fina tela que las separaba. Cada roce, cada pequeña fricción de piel contra piel, encendía una chispa que vibraba en la más joven de la banda.

Mientras tanto, Su se paseaba de aquí para allá con esa sensualidad innata que posee, como si cada movimiento estuviera diseñado para despertar el deseo, en busca del control remoto que parecía haber desaparecido. Sus pasos, lentos y deliberados, hacían que sus caderas se balancearan de un lado a otro. El short deportivo que vestía dejaba poco a la imaginación, exponiendo sus largas y tonificadas piernas en toda su gloria.

Cuando se agachó para buscar debajo de la mesa, descendió hacia el suelo con una fluidez calculada, apoyando primero sus rodillas sobre este para luego inclinarse hacia adelante, apoyando los brazos en el frío suelo, mientras sus caderas se elevaban, tensando sus glúteos bajo el diminuto short que apenas cubría lo esencial. La tela se estiró, revelando más de lo que ocultaba, delineando el contorno firme y redondeado de su exquisito trasero con un descaro que parecía casual, pero que ofrecía un ángulo demasiado tentador para ser accidental.

La erótica pose que adoptó, con las piernas ligeramente separadas y las caderas alzadas, proyectaba una imagen de absoluta inocencia, y a la vez, algo en la forma en que su respiración se hizo más profunda y en cómo sus dedos se aferraban suavemente al suelo mientras gateaba por debajo de la mesa, sugería que Su era absolutamente consciente de lo que estaba haciendo. Definitivamente, aquella postura era una invitación silenciosa a observarla.

Y vaya que Momoko la observo. Sus ojos no podían apartarse de la figura de Su, encandilada por la sensualidad y el magnetismo que emanaban de ella. El leve balanceo de su trasero al inclinarse más, sus muslos perfectamente delineados, la tersa piel que brillaba bajo la luz tenue, la enloquecían. Cada gesto de su senpai era un juego de seducción que la mantenía completamente cautivada. Por su parte, Su sabía que había captado el interés de su kohai. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, disfrutando de ser el centro de atención de esa forma tan sutil y provocadora.

—¡Aquí estás! —exclamó victoriosa Suzuka cuando al fin encontró el objeto tan deseado, escondido bajo una pila de revistas. Su expresión reflejaba alivio, y con un aire confiado, se acercó al sofá donde sus amigas la esperaban. Al dejarse caer suavemente al lado derecho de la más joven, sus piernas se rozaron. El contacto fue delicado, pero suficiente para que una corriente de electricidad recorriera a Momoko. La suavidad de la piel de Su, combinada con la firmeza de sus muslos, le causó una sensación tan intensa que la obligó a contener el aliento, incapaz de procesar lo que ese simple roce le generaba. —¿Qué quieren ver, linduras? —preguntó amablemente, llenando el ambiente con una calidez acogedora.

Moa, con su aire travieso que la caracteriza, elevó una ceja y lanzó una mirada insinuante antes de responder:

—Que decida Momo-chan... ¡y espero que sea una peli con escenas calientes, muy calientes y no aptas para todo público!

—M-Moa... —balbuceó Momoko, sintiendo cómo el rubor subía por su rostro. Estaba abrumada tanto por la sugerencia descarada de su amiga como por el aura seductora que envolvía a sus senpais. Sus mejillas esponjosas se tornaron de un rojo intenso al tiempo que bajaba la vista, tratando en vano de ocultar su vergüenza. La idea de ver una película de contenido adulto con Su y Moa la llenaba de una mezcla de nerviosismo... y una emoción que apenas podía controlar, una sensación que le quemaba por dentro.