Cada movimiento de Su y Moa, por pequeño que fuera, desbordaba sensualidad. El ambiente estaba cargado de una tensión que hacía el aire denso. Sus piernas, al rozarse con una intención que parecía casi accidental, dejaban un rastro cálido sobre la piel de Momoko. De vez en cuando, una mano se deslizaba lentamente, trazando un camino que amenazaba con ir más allá, pero siempre se detenía justo antes de cruzar la línea entre la provocación y lo prohibido. Era un juego silencioso, un tira y afloja cargado de deseo, donde los cuerpos hablaban más que las palabras.
Momoko, con su corazón martillando en su pecho con una intensidad abrumadora, comenzó a entender que la presión que sus senpais ejercían no era una imposición. A pesar de lo mucho que la provocaban, ellas no llevaban las cosas más allá porque estaban esperando una señal, algo que les indicara que la princesa Melocotón también anhelaba dar ese paso que las conduciría hacia la lujuria. Ellas, querían su consentimiento.
Cada mirada, cada caricia contenida, era una promesa silenciosa. Su y Moa no cruzarían ninguna barrera sin su permiso, y esa certeza trajo una ola de calma dentro del mar de emociones que Momoko sentía. Por un lado, el deseo ardiente crecía con cada toque que se prolongaba un poco más de lo necesario. Por otro, la tranquilidad de saber que tenía el control, de que nada sucedería sin su asentimiento, le daba una seguridad reconfortante.
Con una mezcla de nervios y excitación, una sonrisa tímida, pero decidida, se dibujó en los labios de Momoko. Su actitud, que antes había sido vacilante, ahora se volvió firme cuando encontró los ojos de Su, y luego los de Moa. No hacía falta decir nada más. Ese simple gesto lo dijo todo. Estaba lista para lo que viniera.
El brillo de satisfacción en los ojos de las mayores no pasó desapercibido. Ambas intercambiaron una rápida mirada, y la chispa de triunfo que cruzó sus rostros reveló más de lo que cualquier palabra podría decir. Era el alivio de haber recibido la señal que esperaban y la satisfacción de saber que lo que ocurriera a partir de ese momento sería consensuado e inmensamente deseado por las tres.
—Momo-chan, ¿no crees que hace demasiado calor en la sala? —preguntó Moa, con voz seductora, acercándose tanto que sus labios casi rozaron la mejilla de Momoko. El tono travieso llevaba una carga implícita de provocación, una insinuación velada que iba mucho más allá de lo evidente.
—Es cierto... hace mucho calor aquí... —respondió Momoko, mientras sentía cómo su piel reaccionaba ante la proximidad de Moa.
—Quizás debería... —Moa dejó la frase en el aire, sus dedos jugueteando con el borde de su camiseta, fingiendo que iba a deshacerse de ella—, deshacerme de esto... —agregó con una mezcla de inocencia y malicia, guiñando un ojo a Su con picardía.
Su le devolvió el guiño con una sonrisa traviesa, sus dedos rozando el brazo de la amante de los koalas, lo suficiente para detenerla pero no para enfriar la atmósfera rebosante de deseo.
—Aún no, Moa-chan —le susurró Su, sus ojos ardientes y fijos en los de su Moa—. Vamos a disfrutar del calor... por ahora... —El tono juguetón y sensual de Su tenía una promesa implícita, provocadora, que hizo que Moa le devolviera una sonrisa cómplice, bajando de nuevo su camiseta con una lentitud calculada.
—Ya sabes, me encanta cuando juegas a hacerte la difícil... —respondió Moa en voz baja, inclinándose hacia Su para rozar apenas sus labios en la comisura de los de la líder de la banda. Fue un contacto fugaz, pero lo suficiente para encender un nuevo fuego entre las tres.
Su sonrió con satisfacción, disfrutando el juego de poder, mientras volvía su atención hacia la nerviosa pero expectante Momoko, como si fuera a comentar algo sobre la película que seguía reproduciéndose en pantalla. Pero lo que sus labios susurraron fue mucho más íntimo. El cálido aliento de la mayor acarició el lóbulo de la oreja de Momoko, haciendo que una corriente de excitación recorriera su cuerpo.
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Bienvenida
FanfictionSu y Moa le darán la bienvenida a Momoko de la mejor, y más ardiente, manera posible.