Capítulo 3: Despertar de deseos prohibidos

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Momoko abrió la heladera con manos temblorosas al tiempo que intentaba mantener la compostura. Al tomar los postres que ella y sus senpais habían elegido, notó cómo su respiración se volvía más superficial. Intentó calmarse, respirar hondo, pero su mente seguía envuelta en una maraña de pensamientos caóticos que no podía ordenar. Las miradas prolongadas, los comentarios sugerentes de Su y Moa, y los flirteos entre ellas y con ella, la tenían en vilo. Cada paso que daba de regreso hacia el comedor era una lucha entre la creciente curiosidad por lo que la noche podría deparar y la inquietud latente que se aferraba a su pecho con fuerza.

Cuando finalmente llegó con los postres, los ojos de Su y Moa se iluminaron, una chispa de complicidad centelleando en ellos. La intensidad con la cual la observaban, hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo, extendiéndose como un fuego lento desde el cuello hasta las piernas. Momo sintió el calor agolparse en su interior, generando que sus movimientos fueran más torpes de lo habitual. Sin pensar demasiado, colocó el pastel de chocolate frente a Su y el cheesecake frente a Moa.

Las risas de sus compañeras de banda no se hicieron esperar y resonaron en la habitación, llenándola de una alegría contagiosa. Momoko, al darse cuenta de su error, no pudo evitar disculparse una y otra vez, tratando de ocultar su vergüenza tras una tímida sonrisa

—No te preocupes, Momito. No es tan grave —dijo Suzuka, su voz suave y tranquilizadora, irradiando comprensión y afecto, haciendo sentir a Momoko un alivio inmediato—. No tienes que pedir disculpas, hermosa.

La más joven pidió perdón de todas maneras algunas veces más hasta que finalmente tomó asiento entre sus senpais.

"Diablos, Su-chan. ¿Por qué siempre eres tan dulce y comprensiva conmigo? ¿Y por qué siempre experimento un calorcito placentero subir por mi cuerpo cada vez que me dices hermosa?", pensó para sus adentros, sintiendo que el nerviosismo y un agradable cosquilleo en su vientre se intensificaban. La ternura y el cariño de Su siempre tuvieron un efecto innegable en ella, haciéndola sentir segura, protegida, adorada, querida.

—¡Exacto! —Moa asintió con entusiasmo—. ¡Fue solo un pequeño error sin importancia! —musitó, tomando a su adorada kohai de los cachetes y apretujándolos gentilmente. El contacto de sus dedos sobre la tersa piel de Momoko fue reconfortante, provocando un nuevo agradable cosquilleo.

"Diablos, Moa-chan. Tú también siempre eres muy dulce y comprensiva conmigo. ¿Y por qué tu mero tacto me produce el mismo calorcito que me producen las palabras de Su-chan?", pensó Momo, sintiendo que el rubor en sus mejillas aumentaba.

Desde el momento mismo en que conoció a sus senpais, la sola presencia de ambas ejercía en ella una influencia arrolladora, y esa noche no era la excepción. Las sensaciones generadas por las palabras de Su y el contacto de Moa solo aumentaron su agitación interna.

Notando la leve incomodidad en el rostro de Momoko, Su se inclinó hacia ella con dulzura.

—Todavía te noto algo tensa, Momito. No tienes de qué preocuparte, ya verás que mañana todo saldrá perfecto.

—Con la "receta especial" que te tenemos preparada, te relajarás como nunca antes lo has hecho en tu vida y llegarás hecha una seda para el gran show de mañana. —Añadió Moa con un destello pícaro en su mirada. Sus ojos no se apartaron de los de su kohai mientras llevaba lentamente un trozo de torta a su boca. Cerró los labios alrededor de la cuchara con una sensualidad deliberada, dejando que el chocolate se derritiera sobre su lengua. Luego, muy despacio, deslizó la cuchara afuera y lamió con su lengua el metal, limpiando cada pequeño rastro, saboreando cada segundo con una provocación silenciosa, casi desafiando a Momoko a apartar la mirada, sabiendo bien que no podría.

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