00: Lo que nos trajo aquí

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“Pasa mi ciclo conmigo”

Habian sido las palabras de Izana a Kakucho la tarde anterior, mientras tomaban el almuerzo en la cafetería de la escuela, pidiendo a su mejor amigo alfa que pasara su celo con él sin atisbos de pena o de duda.

Kakucho había aceptado sin muchas complicaciones, de hecho, de manera casi inmediata le había dicho que si. Y es que no le podía negar nada al omega, no cuando ponían ojos de cachorro y le miraba con súplica.

Entonces estaban ahí, en su departamento, ese que con esfuerzo y mucha de la ayuda de Izana, noches de desvelo, trabajos exhaustivos y mucha determinación, Kakucho había podido comprar.

Izana soltaba bajos jadeos, mientras su cuerpo era besado con lentitud. Kakuko se tomaba el tiempo de admirar él cuerpo fino tendido sobre sus sábanas, era delgado, con muslos rellenos, cadera ancha, clavículas marcadas, labios rosas y ojos de lavanda brillantes. Lo tenía debajo suyo, como muchas veces lo imagino, soltando lubricante y esperando ser tomado con impaciencia.

Lentamente aprecio el cuerpo del omega, besando, acariciando, mordiendo, chupando y marcando como si su vida dependiera de ello. Sus piernas las llevo sobre sus hombros, las apretó con fuerza hasta que quedaron marcas rojas, luego, se introdujo lento.

Embistio fuerte pero con cuidado, amando la forma en que Izana temblaba y soltaba lágrimas, admirando los dulces gemidos y sonriendo orgullos de ser el quien le tuviese de aquella forma.

Lo tomo de todas las maneras posibles, dejando marcas y marcas, besando cada rincón de su cuerpo, recorriendo con sus manos cada centímetro de piel. Lo amaba, Kakucho amaba a Izana, quizás, desde el día en que la primera sonrisa le fue dirigida. Por eso se encargó de arrancar de sus labios gritos a su nombre.

Lo amaba, por eso le hizo el amor de tantas formas, en tantas posiciones y besando no solo su cuerpo, sino su alma también.

Admiraba cada cabello plateado, atesoraba los bonitos ojos de amatista que relucian cual galaxia en fulgor, se deleitaba con su piel tan perfecta y hermosa, esperando amarlo toda una vida.

Pasaron juntos toda la noches.

Se perdieron entre las sábanas durante la madrugada.

Y por la mañana, cuando el sol salió, la cama ya estaba vacía.

Cada rincón impregnado del dulce aroma a frambuesa y hierbabuena.

A Kakucho no le sorprendió la huida, sabía que cuando Izana perdía el control en sí mismo solía encerrarse en su mundo hasta que sintiera que todo era nuevamente estable a sus pies. Sin embargo, su lobo estaba herido.

Pero, ¿así es el estar enamorado, no?

Claro, el destino suele juntar las piezas del rompecabeza y hacer de las suyas en el proceso.

Claro, el destino suele juntar las piezas del rompecabeza y hacer de las suyas en el proceso

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Es cortito porque de aquí pasamos a la trama principal de la historia.

Espero de verdad que esto les guste a las personas que lean esto.

Gracias de antemano!

Lu~

Embarazo ¦ KakuIzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora