One Piece: Rey Del Cielo [201 - ]

#215. Dios del Trueno

Enel se paró con duda frente al esqueleto y cautela en su mirar. Sabía que técnicamente las almas podían poseer cuerpos después de la muerte. Pero eso generalmente ocurría en el contexto de una fruta del diablo, como la Yomi Yomi No Mi de Brook. 

'No lo llaman Dios sin ninguna razón. ¿Tal vez pueda darme algunas respuestas sobre los vacíos que no fueron llenados?', pensó Enel mientras se acariciaba la barbilla y observaba el esqueleto.

Él y los revolucionarios ya habían construido una buena imagen de lo que había ocurrido en el Siglo Vacío. Todo lo que les faltaba era el final real del Gran Imperio y sus Tres Reyes / Dioses.

—Hmm... Puedo sentir que tienes muchas preguntas. No hay necesidad de contenerse. Ya has llegado hasta aquí.-

Raijin notó el silencio que se extendía en la habitación. Lo rompió de inmediato, como si estuviera apurado.

Enel asintió, pensando unos segundos antes de hacer su primera pregunta.

—¿Cómo pudiste aferrarte a este mundo?- fue la primera pregunta.

—Esa es una historia un poco extraña, en realidad. Recuerdo vagamente que había encontrado una extraña ciudad que estaba desapareciendo, se sumergió en el fondo del mar, pero los habitantes eran humanos normales, no Gyojin. Me enseñaron uno de sus rituales como señal de nuevas amistades. Nunca los volví a encontrar después de eso.- recordó Raijin, con los ojos centelleando mientras evocaba esos días con melancolía.

—Cuando llegué al final de mi vida útil, decidí usar ese ritual, y terminé sellando una parte de mi conciencia en mis huesos, que asumí que persistirían más a lo largo del tiempo.- continuó mientras Kasa y Enel escuchaban atentamente sus divagaciones.

Prosiguió hablando sobre la creación de una tradición en la isla de nombrar a una Doncella del Santuario antes de envolver la isla en relámpagos para servir como protección para sus residentes.

—Lamentablemente, la mayoría se asustó por la tormenta constante y la oscuridad, así que se fueron al mar. Solo quedaron los que había nombrado como Doncellas del Santuario y algunos de sus familiares.- lamentó el Esqueleto, sonando un poco decepcionado, entristecido incluso, lo cual era comprensible.

Pero Enel no pudo culpar a la gente de la isla por abandonarla. Especialmente porque la mayoría de las personas comunes no entendían mucho sobre las frutas del diablo, y probablemente pensaban que la isla estaba maldita o algo así.

—Esas personas no pudieron ver las intenciones de nuestro Señor. Es vergonzoso que abandonen la protección que nuestro Dios proporcionó por la crueldad del mundo exterior.- soltó con rencor Kasa, menos comprensiva con los que se habían ido. Probablemente ya conocía esta historia, o la mayoría de ella, a través de sus predecesores. Sus opiniones ya estaban formadas sobre el asunto.

Dada su devoción, ni siquiera era sorprendente que pensara de esa manera—. En fin, eso resume las cosas. Podría seguir con algunos detalles más, pero francamente, mi vida útil es limitada.- concluyó el Dios, preocupando mucho a Kasa y haciendo que el rubio levantara una ceja.

—¿Vida útil limitada? No estás vivo.- Enel fue bastante directo con su afirmación, algo que logró arrancar una risa de buen humor del Dios esquelético.

—Confía en mí. Estoy tan vivo como tú.- respondió solemne, cuyas palabras sonaban... ¿Amenazantes?

Enel sintió un par de ojos sobre él en ese mismo momento. Miró las luces que aparecieron en el cráneo vacío del Dios del Trueno.

Esas luces miraban la abominación desfigurada que era su alma.

—Una fusión fascinante... Una que el destino no había predicho. Supongo que eres la única razón por la que esa serpiente, Orochi, se involucró.- reflexionó Raijin.