#247. Cima Solitaria

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aaah...

Dos corrientes de vapor comprimido quemaron la tierra. Un hombre, musculoso y gigante, jadeaba. Su abdomen descubierto, cubierto de cicatrices cerradas, su brazo derecho ausente y el izquierdo sosteniendo un gran kanabo con pinchos. Su espalda cubierta por un abrigo de piel negro, y su parte inferior con un pantalón verde y zapatos negros.

Sobre su cabeza había un cuerno apuntando hacia un lado, mientras que el otro había sido cortado. Sus rasgos, toscos y burlones, sus ojos brillantes con una luz púrpura. No era otro que Kaido, el Rey de las Bestias. Había sufrido muchas derrotas últimamente, pero eso se acabó. Al menos por ese día.

Frente a él, yacían los Akazaya quebrados y ensangrentados. No estaban muertos, pero tampoco muy lejos de estarlo. Intentaron enfrentarse a él, siguiendo los pasos de Oden en una gloriosa batalla como verdaderos samuráis de Wano.

—Qué mal chiste...- murmuró. Los cuerpos yacían inertes frente a él. No los había matado por capricho, solo quería ver qué tan fácilmente podría eliminarlos.

Pero fueron una completa decepción en todos los sentidos. Ni siquiera lograron hacerle una cicatriz, mucho menos amenazarlo ligeramente, como lo había hecho Oden en el pasado. Pero, ¿qué esperaba?

'En mi estado actual, el mismo Oden no sería más que un debilucho... Ya he superado a Xebec al derrotar a Guzman...'

No pudo evitar suspirar frustrado. La cima siempre había sido un lugar solitario. Pero al menos en el pasado, había otros con los que podía pelear. Los otros Emperadores y los Marines, por ejemplo. Pero ahora estaba seguro de que los había superado a todos.

'Ni siquiera ese bastardo de Enel no fue suficiente... Su gente sigue en algún lugar de Wano, él también debería estar vivo en algún lado... Pero, ¿qué amenaza representa si no es capaz de mostrarse ante mí?'

Se sintió tanto solo como satisfecho. Sabía que probablemente sería atacado de nuevo por Enel y sus aliados en algún momento. Pero ahora, en el presente, ya no los veía como una amenaza.

Su próximo objetivo se hizo obvio.

'Ya que todos se están preparando para la guerra, ¿por qué no ayudo a acelerar las cosas?'

Iniciar la gigantesca guerra bajo sus propios términos, antes de que el ejército de Enel y el Gobierno pudieran hacerlo. Ya no necesitaba ser un insignificante tercero; tenía el poder para ser el actor principal en el caos que se avecinaba. Tenía el poder para perseguir su sueño y derribar a los nobles arrogantes de sus tronos.

Los verdaderos gobernantes solo podían decidirse en el campo de batalla. No le importaba quién se convirtiera en gobernante, pero si iba a morir, sería librando su propia guerra contra el mundo, no participando en la lucha de otro.

Pero había un problema más inmediato...

'¿Qué debo hacer con estos samuráis...?'  jadeó nuevamente, inclinando la cabeza de lado. Su kanabo se hundió como un ancla en el suelo. Necesitaba más soldados para la guerra, su tripulación de los Piratas Bestia había decaído, mucho. Pero al mismo tiempo, sabía por experiencia que los samuráis eran notoriamente difíciles de doblegar.

'Es inútil conservarlos... Así que mejor me deshago de ellos.'

Sonrió antes de alzar su kanabo hacia el cielo.

—¡Pueden morir ahora, sabandijas! Mueran con la vergüenza de no haber logrado nada... ¡Mueran sin siquiera poder expresar sus arrepentimientos!- sentenció mientras bajaba su arma  con una expresión sanguinaria.

One Piece: Rey Del Cielo [201 - ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora