¿El amor tiene límites?
Mi vida, mis sueños, mi persona, mi pasado, mi presente y mi futuro; nada importa si se trata de él.
¿Estoy mal por amarlo? ¿Estoy mal por querer que él sea feliz? ¡¿Estoy mal?! Nada de eso importa ahora.
Por el haría hasta...
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Los días pasaron con tranquilidad en la mansión Spencer, tanto como para los científicos como para la niña que por fin estaba teniendo un poco de descanso de toda la tortura que normalmente vivía. El cuerpo de la niña estaba cada vez más estable y sus heridas estaban sanas por completo. Todo el esfuerzo de los científicos por mantenerla con vida estaba dando frutos.
El que más emocionado se encontraba por esto era el joven Albert, que desde el primer día que la niña llego, no sé a despegado de ella. La mente de este se preguntaba cómo era posible que una niña pequeña y en tales condiciones haya sido capaz de soportar todo eso. Realmente era algo admirable y temible a la vez. Pero a pesar de todo realmente Albert estaba decidido a ayudar a esa niña a mejorar y poder sanar.
Era un día normal, cuando de repente una chica de bata blanca de manera agitada llama a Albert. - ¡Señor Albert, la niña! - Dice en lo que se adentra de manera rápida a la habitación de este.
De manera rápida y sin dar muchas vueltas, el joven de cabellos rubios corrió hacia el laboratorio donde estaba la niña. Estaba asustado y preocupado a la vez, ya que temía que el cuerpo de la niña haya colapsado o que peor aún, la niña allá muerto.
Cuando Albert se adentró al laboratorio solo vio a la niña sentada sobre la camilla con una mirada confundida. Claro que iba a estar confundida, después de todo no sabe dónde está o que fue lo que paso. - Niña, al fin despiertas, ¿Como te sientes? - La voz de Albert rompe el silencio que había en esa habitación.
La niña al oír una voz masculina rápidamente se volteo en dirección de donde provenía la voz, su rostro paso de tener una mirada de confusión a tener una de odio y desconfianza. Rápidamente la niña intento ponerse de pie y quitarse el catéter que tenía en el brazo, pero por lo débil que estaba casi se cae al suelo.
Albert la toma en sus brazos y luego con cuidado la vuelve a poner en la camilla. - Ey, sé que estas confundida y tienes miedo, pero debes calmarte. Aquí nadie va a hacerte daño. - Dice el con un tono tranquilo. - Mi nombre es Albert Wesker, ¿Como es tu nombre?
Sin parpadear o siquiera cambiar su expresión de odio la niña responde. - T/N Wong - Dijo en un susurro débil.
- Bonito nombre, bien T/N, ¿Tienes hambre? - Dice el joven de cabellos rubios de manera amigable. - Pide lo que quieras que te lo traeremos.
Unos minutos después, la niña estaba comiendo y bebiendo de manera rápida, se notaba que tenía hambre. - Ten cuidado que te puedes ahogar, come de manera tranquila que nadie te robara la comida. - Reprocha Albert mirando a la niña.
- Cállate. - Dice ella sin siquiera pararse un minuto a mirar al joven. - Por cierto, ¿Dónde está Marcus?
- Marcus está muerto. - Responde de manera tranquila el joven de cabellos rubios. Este se dio cuenta de que el semblante de la niña cambio, ahora parecía más ¿relajada?
